El líder del PP confirmó ayer la posición de los presidentes autonómicos de su partido en las reuniones bilaterales que ya han comenzado a mantener con Sánchez en el Palacio de La Moncloa. Alfonso Rueda y Juanma Moreno, los primeros mandatarios autonómicos recibidos por el presidente del Gobierno, dejaron bien claro su planteamiento durante este cara a cara, ratificando que la financiación singular de Cataluña acordada por los socialistas con ERC no contará, en ningún caso, con el apoyo de las comunidades gobernadas por el PP.
Acierta Feijóo al fortalecer ese mensaje nítido de los populares ante los intentos de Sánchez de resquebrajar la unidad del partido de la oposición, mostrando expresamente su rechazo a los "sobornos" del Gobierno hacia las comunidades autónomas en el contexto de esas reuniones. Y es que, aunque la expresión pueda resultar dura en términos políticos, no de otra forma cabe definir esta operación de Sánchez, que busca comprar con dinero público los apoyos para validar su rendición ante las fuerzas separatistas.
La decisión de los populares supone una prueba de fuego para no pocas autonomías en manos del primer partido de la oposición, víctimas desde hace más de una década de un déficit de financiación que no deja de crecer a causa de los privilegios de las comunidades más beneficiadas. El pacto para la soberanía fiscal de Cataluña sería, con toda seguridad, la losa definitiva que haría inviable el funcionamiento de esas comunidades más perjudicadas, a las que ninguna propina presupuestaria podría compensar la pérdida que supone entregar al separatismo catalán la gestión de todos los impuestos estatales.
Si Pedro Sánchez fuera un gobernante leal, aprovecharía esos encuentros con los presidentes autonómicos para interesarse por los problemas más acuciantes de cada región y establecer cauces de colaboración con los ministerios afectados. Pero al presidente del Gobierno solo le interesa "lo suyo", esto es, conseguir el apoyo de las comunidades autónomas a sus humillaciones ante el independentismo. Todo lo demás le trae sin cuidado, como recordaron Rueda y Moreno al término de sus encuentros, en los que Sánchez hizo caso omiso a los problemas muy concretos que padecen gallegos y andaluces.
Las negociaciones bilaterales de Sánchez con los presidentes autonómicos deben desembocar en un fracaso estrepitoso, que es lo que merece esa estrategia de división orquestada por el Gobierno con fondos públicos procedentes de futuras subidas de impuestos. La financiación autonómica no puede ser objeto de soborno, sino un asunto de Estado que debe negociarse conjuntamente en los órganos creados a tal efecto. Feijóo lo viene manteniendo desde el primer día haciendo gala de una actitud irreprochable, que traslada a los ciudadanos una necesaria actitud de firmeza y fortalece la posición de los presidentes de las comunidades autónomas más necesitadas.

