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Matarile, rile, ron...

Si viera en ello rédito mediático, Sánchez condenaría a Winston Churchill por crímenes contra la humanidad, al igual que a Franklin D. Roosevelt.

Si viera en ello rédito mediático, Sánchez condenaría a Winston Churchill por crímenes contra la humanidad, al igual que a Franklin D. Roosevelt.
Pedro Sánchez estrecha la mano al presidente palestino, Mahmud Abás (d), durante un encuentro en El Cairo. EFE/ Borja Puig de la Bellacasa/Pool Moncloa | EFE

Sayyed Hassan Nasrallah, un señor con turbante negro, más malo que la humedad, es el pope de la organización terrorista Hezbolá. A su predecesor en el cargo, un tal Musawi, que era igual o más atravesado, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) le dieron matarile hace veinte años. Federico Corriente, académico de la RAE —fallecido en 2020—, leyó en su discurso de ingreso que el término venía del andalusí má tarí li (¿qué me ves?). Musawi no vio venir el misil que le disparó un helicóptero, así que está bien traído. En el Diccionario del Español de México leo que es "dar algo por completamente terminado". También vale.

La semana pasada, unos miles de sicarios de Nasrallah, chulánganos desconfiados, oyeron un beep en sus buscas. Algunos tuvieron tiempo para leer el mensaje: ¿qué me ves? Les dieron matarile. El pope había comprado los buscas en una oferta por fin de temporada. Le van a pedir cuentas. Estos días, mientras espera su turno para ir al paraíso, se ha calado el turbante y sigue con sus amenazas… pero por lo bajinis.

En la madrugada del 7 de octubre de 2023, terroristas de Hamás invadieron Israel desde Gaza. Atacaron despiadadamente 22 comunidades civiles cercanas a la frontera, un festival de música y una docena de bases del Ejército. En dos semanas se cumplirá el primer aniversario de la masacre que desencadenó la Operación Espada de Hierro de las FDI. Al día siguiente, Aljazeera publicaba un comunicado de Hezbolá: "En solidaridad con la victoriosa resistencia palestina, los grupos del comandante mártir Hajj Imad Moghniyeh en la Resistencia Islámica llevaron a cabo un ataque dirigido contra tres sitios de ocupación sionista en la región de las Granjas de Shebaa". Aljazeera destacaba que "no hubo comentarios de las autoridades libanesas sobre el incidente". Hezbolá es un Estado dentro del Estado. El Gobierno libanés consiente y es cómplice.

El United States Institute of Peace fue fundado en 1984 por el Congreso de los EEUU, que es quien lo financia. El pasado 18 de septiembre publicó un informe basado en datos del Armed Conflict Location and Event Data Project (ACLED), según el cual, desde el 8 de octubre de 2023 al 5 de julio de 2024, la organización terrorista Hezbolá ha sido la responsable de 1.200 ataques a Israel. "A finales de julio de 2024, Hezbolá había lanzado más de 6.000 cohetes y 300 drones contra Israel, matando a 24 civiles y 22 soldados. Hezbolá atacó principalmente bases militares y ciudades israelíes a lo largo de la frontera, así como comunidades civiles de Galilea. Más de 60.000 residentes civiles del norte del país fueron evacuados y al menos 1.500 edificios y otras estructuras sufrieron graves daños".

El Gobierno libanés no condenó estos ataques y, seguro que usted no se sorprende si tampoco lo hizo el español. Sin embargo hay una bajeza mayor. Damos por sentado que el Gobierno de Sánchez condenó los ataques del 7 de octubre pero, para nuestra sorpresa y vergüenza, no es así. El Ministerio de Asuntos Exteriores desde el 7 de octubre de 2023 hasta la fecha, no ha emitido un comunicado oficial reprobando la agresión. Tampoco hay nota oficial de La Moncloa. Sánchez esperó al 14 de octubre para, interviniendo en un mitin socialista, poner en el mismo plano a los terroristas y al Estado de Israel y así sigue.

Tiene importancia recordar esta actitud de la diplomacia del ministro Albares —transigente, por omisión, con Hamás y Hezbolá— , para reconocer la importancia del comunicado de Asuntos Exteriores del pasado 19 de septiembre: "El Gobierno de España condena los ataques con medios electrónicos ocurridos en Líbano los días 17 y 18 de septiembre, que han causado decenas de muertos y miles de heridos, con numerosas víctimas entre la población civil. Los ataques indiscriminados son contrarios al Derecho Internacional Humanitario y amenazan la seguridad y la estabilidad del Líbano, de Israel y de toda la región". Hay que precisarle al Ministerio que de indiscriminado nada. Precisión e inteligencia israelí.

Para nuestra diplomacia, que una organización terrorista agreda a un país democrático no justifica un comunicado de condena. Parece que 1.200 ataques desde Líbano a Israel no son suficientes para exigir al Gobierno libanés que impida los lanzamientos de misiles. Sin embargo, una operación por la que se neutraliza la estructura de mando de Hezbolá, selectiva y minimizando al máximo las posibles víctimas civiles, motiva una condena inmediata.

El partido de Dios —Hezbolá— se creó en 1982 con apoyo financiero y militar de los ayatolás iranís. Se presentaron en sociedad con dos atentados brutales: el 18 de abril de 1983 un conductor suicida estrelló una furgoneta cargada de explosivos contra la Embajada de EEUU en Beirut. Mató a 49 personas. El 23 de octubre de ese mismo año, dos camiones bomba explotaron en el complejo de viviendas que albergaba a miembros de la Fuerza Multinacional de paz en el Líbano (241 militares estadounidenses y 58 franceses perdieron la vida). El pasado 20 de septiembre, Ibrahim Aqil, el comandante de operaciones de Hezbolá responsable de esas matanzas, no vio venir el misil que lo ajustició en una calle de Beirut.

Nuestro irrelevante Gobierno, para el que los fundamentos morales son un juego de propaganda, recibe al sátrapa de Mahmud Abás, presidente de la corrupta Autoridad Nacional Palestina, al mismo tiempo que se destaca como activista internacional contra Israel. Parece privado de todo sentido del bien y del mal. Si viera en ello rédito mediático, Sánchez condenaría a Winston Churchill por crímenes contra la humanidad, al igual que a Franklin D. Roosevelt. El Día D sería considerado ilegítimo.

Si el Estado de Israel es derrotado, con él caen los fundamentos que sustentan la civilización occidental. Los autócratas, con o sin turbante, avanzarán. Eso es lo que está en juego. Hezbolá y Hamás comparten una ideología delirante que priva a los judíos de su condición de seres humanos. Generaciones anteriores ya saben lo que eso significa. Israel debe "dar por completamente terminado" a Hamás y derrotar a Hezbolá. Necesita todo nuestro apoyo. En esta lucha no hay equidistancia. Después ya pueden ir Sánchez y Albares a estabilizar la región.

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