Como el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ignora por completo lo que es la vergüenza, este lunes ha tenido el cuajo de visitar un edificio de viviendas públicas destinadas a alquiler "asequible" sito en el distrito de Sants-Montjuich de la ciudad de Barcelona. Presumía así el líder socialista de su política de vivienda, su perfil social y su comprensión de los problemas, urgencias y necesidades de la ciudadanía. Y hay que reconocer un cierto mérito en el evento. El de encontrar en toda Barcelona una promoción de viviendas sociales. Una sola. La promoción visitada por Sánchez consta de 72 pisos.
La cuestión de la vivienda en Barcelona es uno de esos desastres en los que chapotea la izquierda y que ha alumbrado catástrofes de la talla de Ada Colau, una señora que fue elegida alcalde por su activismo en contra los desahucios y cuya gestión se ha traducido en que siguen los desahucios, se han disparado los precios de compra y alquiler y la construcción de vivienda social es una cosa puramente testimonial. Según datos del ayuntamiento de la capital catalana, el parque público de vivienda en Barcelona está en torno a los 11.500 pisos, una cantidad ridícula que da fe del enorme fracaso de Colau, de la inoperancia de sus equipos de gobierno durante ocho años. Cualquiera podría decir que en realidad Colau ha hecho todo lo posible para enquistar el problema y fomentar la "okupación".
Pero los socialistas no se quedan atrás. Pedro Sánchez, por ejemplo, tenía un ambicioso plan antes del adelanto electoral de 2023. Meses antes de aquella contienda, el Gobierno iba a promover cientos de miles de viviendas públicas, iba a firmar convenios de colaboración con las administraciones autonómicas y municipales, desafectar suelo perteneciente al Ministerio de Defensa, incentivar la cooperación público-privada, abaratar los alquileres y las hipotecas, acabar con los especuladores y mucho más. El desembarco de Normandía en materia de pisos para todos.
Todo eso quedó en agua de borrajas, como la mayoría de las promesas de Sánchez. La justificación es que la culpa es del PP aunque el líder socialista lleva ya seis años en la Moncloa y alguna cosa podría haber hecho al respecto. Pero no ha hecho nada, como no hicieron nada sus antecesores socialistas, salvo pegar unos pelotazos colosales en los años del ladrillo. Porque eso sí, los socialistas no han podido resolver el problema de la vivienda pero han hecho unos negocios privados espectaculares con la vivienda obviando por completo todas las reglas de su discurso público. Se han forrado como los señorones, fumándose un puro.
Y en esas que Sánchez visita en Barcelona una promoción de 72 viviendas sociales tras departir amigablemente con empresarios del Círculo de Economía y antes de recibir un agasajo de La Vanguardia. Todo ello acompañado por el nuevo presidente de la Generalidad, Salvador Illa, a quien eso de la vivienda también le preocupa un montón. Las viviendas son municipales, pero el Gobierno presume de que puso 1,7 millones de euros. Y el reparto, según el ayuntamiento, es el siguiente:
20 pisos para solicitantes menores de 35 años.
17 pisos para el vecindario de los barrios del entorno (la Marina del Prat Vermell y la Marina del Port).
7 pisos para familias monoparentales.
2 pisos para personas con discapacidad.
5 pisos adaptados para personas con movilidad reducida.
2 pisos para mujeres víctimas de violencia machista.
15 pisos para el cupo general.
4 pisos para familias provenientes de la Mesa de Emergencia.
Menos es nada, verdad. Para que luego digan que el Gobierno no tiene política de vivienda...