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La indefensa más defendida

La victimización no se tiene en pie cuando la defensa de Gómez es un despliegue de poder extraordinario.

La victimización no se tiene en pie cuando la defensa de Gómez es un despliegue de poder extraordinario.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y su mujer Begoña Gómez, asisten a la Gala de entrega del Premio Donostia al cineasta español Pedro Almodóvar. | EFE

La Sala 23 de la Audiencia Provincial de Madrid, en un auto que se esperaba con gran expectación —y en casa Sánchez con grandes esperanzas—, dice que "no aprecia indefensión alguna" de la investigada Begoña Gómez, esposa del presidente del Gobierno. La apreciación es una más de las que hace la Sala sobre el asunto que debía resolver, pero en cierto sentido es una de las más importantes. Y lo es porque uno de los clamores que más se han oído contra la investigación del hoy célebre juez Peinado es la de que mantenía a Gómez en la indefensión. Cierto que en Derecho, indefensión tiene un significado preciso, que nuestro diccionario explica como una situación en la que se coloca a quien indebidamente se impide o se limita la defensa de su derecho en un procedimiento. Pero desde el minuto en que la indefensión está en boca de políticos —de ministros a portavoces, de diputados a mindundis—, la palabra se evade del foro jurídico, salta a la calle y empieza a transmitir toda la carga emotiva que lleva en el lenguaje coloquial.

Fuera del estuche jurídico, en la calle popular, la palabra indefensión habla de situaciones injustas y tristísimas, evoca a un cúmulo de adversidades, como desamparo, desprotección, desvalimiento, vulnerabilidad, abandono, orfandad, y llama inmediatamente a la compasión. Hablar de indefensión es, por antonomasia, hablar del niño indefenso, el ser más inocente y desvalido, acosado por la desgracia, la injusticia, el engaño, el maltrato y sabe Dios qué más. No hace falta ponerse la túnica de adivino, basta con las gafas del observador para concluir que cuando la política socialista empezó a clamar contra la indefensión de Gómez, el sentido que aspiraba a transmitir era el que convertía a la esposa del presidente en niña inocente y desvalida. Ése era el corazón del relato que deseaba armar en torno a la investigación judicial abierta, un corazoncito que desplegaba toda su tierna indefensión al contraponerse a la oscura malevolencia de quienes lo maltrataban, siempre caracterizados como ultraderechistas o, "blanco y en botella", como peones políticos de la derecha más siniestra.

Naturalmente, el auto de la Sala 23 no se ocupa de las otras capas de sentido de la indefensión ni puede ocuparse. Pero estas capas extra, sentimentales y pegajosas, son las que tienen importancia en la réplica política a la investigación de actividades de la mujer del presidente. Siguiendo ese hilo, la verdad es que asombran la temeridad o la audacia de la decisión. Porque tuvo que decidirse que la mejor defensa política de Gómez era hacerla aparecer como víctima desamparada y vulnerable de unos crueles perseguidores que se ensañaban con ella para dañar a su marido. Se decidió que era la mejor defensa de Gómez y, por tanto, que era la mejor defensa política de su marido, que así movía su denuncia de que le querían derrocar unos indefinidos "poderes ocultos" al terreno mucho más definido y personal de su familia. Con su mujer victimizada, Sánchez completaba su propia victimización. La espantada de los cinco días de abril puso esto negro sobre blanco. Pero el hilo victimista se está deshaciendo.

La victimización no se tiene en pie cuando la defensa de Gómez es un despliegue de poder extraordinario. No hay forma de vender la indefensión de la niña desvalida cuando se movilizan todos los recursos del Estado para defenderla de una investigación judicial. La política, impotente por su exceso de poder, se retira y se impone el significado preciso de la indefensión, el que examina el auto de la Sala 23 y concluye: "no aprecia indefensión alguna".

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