Un año después de la mayor matanza de judíos desde el Holocausto, la prensa española continúa dando supuestas noticias de bombardeos sobre hospitales y guarderías por parte de Israel. A tenor de tales "informaciones", en Gaza y Cisjordania hay más centros sanitarios y asistenciales que en los países más avanzados. Cada cinco minutos, según los medios nacionales afectos a la causa palestina, se produce un ataque israelí contra un hospital. Ni se sabe ya cuántos hospitales hay, todos destruidos. Una cosa de locos. De no creer.
La izquierda española y parte de la derecha son enemigos declarados de los judíos, contrarios al Estado de Israel y partidarios de un Estado palestino que vaya "desde el río hasta el mar". Además, no creen que Hamás y Hezbolá sean organizaciones terroristas. Para un izquierdista de los nuestros, se trata de entidades benéficas dedicadas a la caridad que no tienen más remedio que resistir al odioso invasor asesinando, secuestrando y violando a civiles.
Entre tanto, una mayoría de los medios trata de ocultar el "ataque" de hace un año, una "incursión" de Hamás en territorio "ocupado" sobre cuyos detalles más vale correr un tupido velo porque no le vas a amargar el día a la gente con historias de bebés asesinados en hornos domésticos y violaciones de niños y niñas delante de sus padres.
Así pues, la guerra sigue ahora en Líbano, un Estado fantasma en manos de Irán mientras en Europa se producen manifestaciones en contra de Israel. En España mismo, grupos de izquierda celebraron este domingo varias manifestaciones. Sí, 24 horas antes del primer aniversario de la matanza de judíos, la izquierda española salió a la calle en exhibiciones de notorio colorido. Representantes de los colectivos LGTBI también claman contra los judíos, a quienes consideran capaces de las mayores atrocidades.
La propaganda dominante es abiertamente antijudía mientras Israel se erige en la última trinchera frente a imanes, ayatolas y jeques que abusan de las mujeres y defenestran a los que tachan de "sodomitas" e "invertidos". En cambio, una parte de nuestros conciudadanos cree que su estilo de vida no corre peligro si desaparece Israel, que los derechos y libertades de las mujeres estarían perfectamente garantizados en un califato hispánico en el que se impusieran las simpáticas costumbres islamistas de lapidar a las adúlteras y perseguir a cristianos, judíos, agnósticos y ateos.
Estos conciudadanos y sus políticos preferidos señalan el camino a los islamistas. Las puertas de España están abiertas de par en par para ellos. Europa está indefensa. Sólo Israel se interpone en el camino.