
Conocido el informe de la UCO con detalles escatológicos de las tramas corruptas que medraron en el Gobierno y el Partido Socialista, su presidente y secretario general se ha puesto el traje de hombre engañado, dolido por la traición de quienes fueron de su máxima confianza. Quién le iba a decir, ay, que su gran "abalista", el que se dignó a apoyar a un desconocido en las primarias de 2014 y lo llevó sobre sus hombros en las de 2017, podía hacer lo que hizo compinchado con personajes del arrabal de la vida. Cómo nos engaña la gente, viene a decir un compungido Sánchez, que no parece tan compungido y tendrá que hacer mejor teatro. Pero esta es la excusa, en fin: no pudo ver ni adivinar que quienes le auparon, porque era el equipo, se aprovechaban como se aprovecharon. Se le reprocha que llegase con una moción de censura por la corrupción del PP y fuera tan poco vigilante con la corrupción en su entorno, pero no seamos ingenuos. La corrupción del PP fue un pretexto y la lucha contra la corrupción, un meme.
¿Y qué dicen sus socios y exsocios, Sumar y Podemos? Aquellos indomables látigos de la corrupción del PPSOE son hoy enormemente prudentes. Hasta mantienen la presunción de inocencia, extraña cosa en los que, años atrás, sólo encontraban culpables. Dice Sumar que Sánchez ha dado todas las explicaciones que tenía que dar y que no ve motivos para sospechar que supiera algo. Cero motivos de sospecha son cero motivos para dejar de estar en el Gobierno. Cualquiera ve que dejar de sentarse en el Consejo de Ministros tiene costes, mientras que decir que se tienen que "depurar" todas las responsabilidades no los tiene. El látigo es ahora un plumero. El de Podemos no es tan suave y acariciador porque los guerreros de lo "antifa" no renuncian a la sospecha. Dicen, con razón, que no es creíble que siendo Ábalos mano derecha, nadie de arriba supiera lo que hacía con la izquierda, pero ahí echan el freno: sólo "si se acaba demostrando" la vinculación, habría que "depurar" responsabilidades. Depurar es el verbo en esta zona. Y cómo extreman la cautela: "si se acaba demostrando". Ni un minuto antes.
Los que iban de tolerancia cero con la corrupción, no se preocuparon de estar vigilantes con el Gobierno del que formaron parte y todo lo que hacen ahora es prometer que estarán vigilantes. Como base para esta prudencia tan ajena a sus costumbres ponen el parapeto de Sánchez: la ignorancia sobre lo que tramaban los pícaros, la ceguera involuntaria. Según la gente del PSOE, Sumar y Podemos, la responsabilidad de Sánchez sólo existe si se demuestra que sabía. ¡Sólo si sabía! A ver de qué estamos hablando. Porque si sabía —y no denunció— Sánchez tendrá responsabilidad penal. Pero si se descubre que en el Gobierno que preside y en el partido que dirige se pudo montar una súper trama de corrupción, la responsabilidad (sin adjetivos) recae en Sánchez.
Con ceguera voluntaria, los tribunales. Con ceguera involuntaria, se asume la responsabilidad. Se asume, no se esquiva. Se reconoce, no se elude. Un líder se echa la responsabilidad encima y no se hace la víctima engañada. El que no lo es, se escaquea y se pone a lloriquear. Al menos, debía decirlo: asumo la responsabilidad. No lo ha hecho. Le pusieron el 1 en los whatsapps de la trama, pero no.