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Pablo Planas

El Estado en Valencia y el Estado en RTVE

Discutir sobre competencias es una completa majadería, hacerse trampas al solitario y tratar de engañar a la ciudadanía.

Discutir sobre competencias es una completa majadería, hacerse trampas al solitario y tratar de engañar a la ciudadanía.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez durante su visita al durante su visita al centro del 112 en Valencia. | Europa Press

Que el Gobierno de España estaba a otras cosas cuando la gota fría cayó a plomo sobre Valencia lo demuestra el hecho de que no se suspendiera la sesión para sustanciar el asalto a RTVE con comisarios políticos que cobrarán la friolera de 100.000 euros al año, porque para eso sí que hay Estado. A partir de ahí, toda la respuesta del Gobierno consistió y todavía consiste en tratar de imputar al presidente de la Generalidad valenciana, Carlos Mazón, las culpas por el desastre. El empeño es tan grosero que sólo se sostiene por el tesón de los propagandistas del sanchismo y la credulidad de ese sector de la ciudadanía que ante cualquier disparate perpetrado por Sánchez y sus ministros (la suelta de violadores, la política migratoria, la corrupción o la amnistía, por ejemplo) responde eso de que "al menos no gobierna la derecha".

El plan de culpar a Mazón no se sostiene por ningún lado, pero es a lo que se aferra Pedro Sánchez para no asumir su responsabilidad absoluta en la catástrofe tras la catástrofe. Discutir sobre competencias es una completa majadería, hacerse trampas al solitario y tratar de engañar a la ciudadanía. A tenor de las explicaciones ofrecidas seis días después de la gota fría por el responsable de la Unidad Militar de Emergencias (UME), ahora resulta que el mando sobre el Ejército corresponde a los presidentes de las autonomías, que son ellos los que deben autorizar las intervenciones de los militares sobre el terreno. Es una auténtica novedad.

Cada vez que en España se ha declarado un incendio de consideraciones notables, cosa bastante frecuente, el Ejército interviene sin que haya que recurrir a ningún protocolo competencial para desplegar medios terrestres y aéreos mientras que las administraciones autonómicas afectadas o aledañas intercambian ayuda y movilizan efectivos de aquí y de allá en la acertada idea de que lo primero es apagar el fuego y después, sólo después, determinar las causas y depurar responsabilidades.

Sólo a gente muy obtusa o muy perturbada se le puede ocurrir la especie de que el Ejército de España depende de las instrucciones de un presidente autonómico. La UME y lo que no es la UME deberían haber acudido a la zona de la catástrofe sin reparar en medios y desde el primer momento. A eso es a lo que se refería el Rey cuando a las pocas horas del desastre ofreció la ayuda de la Guardia Real. Pero esas declaraciones no fueron suficientes para que la ministra Margarita Robles reaccionara y se dejara de pamplinas y de contradicciones. Ella es la principal interpelada por lo ocurrido en Valencia. Y después, el titular de Interior, Fernando Grande-Marlaska, cuyo papel en esta crisis se reduce a hacer de palmero de Sánchez.

El Gobierno no puede sacudirse las responsabilidades por lo ocurrido en Valencia. Es intolerable que Margarita Robles ofreciera toda compungida la máxima ayuda posible a Marruecos tras el terremoto del año pasado y ahora se escude en no se sabe qué milongas sobre los niveles de alerta para decir que las Fuerzas Armadas no pueden hacerlo todo y que la culpa es de Mazón.

Pero como es cierto que generalmente una imagen vale más que mil palabras, la reculada de Sánchez y el paso al frente de los reyes en Paiporta explican todo este drama mucho mejor que la recopilación de barbaridades ingeniadas por Moncloa para eludir sus responsabilidades y para tapar la pavorosa y maligna incompetencia del autor de la frase "si necesitan más recursos, que los pidan".

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