Hay que reconocerle a Pedro Sánchez que se ha superado. Yo mismo, que realmente tengo la capacidad de sorpresa bajo mínimos y una opinión inempeorable del presidente, no me lo podía creer, pero lo ha hecho, este mismo martes, en Moncloa y, como suele decirse, con luz y taquígrafos: ha vinculado las ayudas a los afectados por la DANA a que se garantice su continuidad en el Gobierno con unos nuevos Presupuestos.
En condiciones normales diría que no se puede caer más bajo. Visto lo visto, estoy convencido de que en este mismo instante Sánchez está pico y pala cavando para hacer ese fondo aún más profundo.
El primer episodio de este descenso a los abismos más profundos de la indignidad política fuel el propio miércoles, cuando al mismo tiempo que todos estábamos empezando a vislumbrar la magnitud de la tragedia el PSOE, en el que no se mueve una hoja sin que lo autorice Sánchez, mantuvo la sesión en el Congreso para consumar el asalto a Televisión Española.
El sábado tuvimos el momento ya inolvidable del "si necesita más, que lo pida", ahora supongo que ya podemos decir que "si necesita más, que me apruebe los Presupuestos".
Y el domingo vimos, diría que vivimos, el momento de su huida ante la multitud, tan compresible humanamente como lamentable políticamente, tan útil a la hora de comprender cómo entiende el propio Sánchez su responsabilidad como presidente. Y por si no fuera suficiente, lanzando después el bulo de que los incidentes fueron provocados por la ultraderecha, sumando así el insulto a la desgracia y el abandono que ya sufrían los paiportinos.
Pero lo de este martes rompe todos los registros: con los muertos aún sin enterrar, con las familias que se han quedado sin nada enfrentándose aún a las primeras horasde su desgracia, con las casas llenas de barro… y Pedro Sánchez aprovechando las circunstancias para atornillarse en Moncloa: si sigo tendréis dinero; si no me ayudáis a seguir, que os den por saco.
La incompetencia que está luciendo nuestra clase política es bastante triste; la incapacidad que demuestra el Estado para hacer frente a aquellas situaciones que, en teoría, más justifican su existencia, resulta preocupante; la mísera moral de un presidente que es capaz de tomar como rehenes a cientos de miles de ciudadanos que están atravesando un auténtico drama, eso, eso es aterrador.
Todos sabíamos que lo único que le importa a Sánchez es Sánchez y que carece de la mínima empatía con cualquiera que no sea él mismo, pero lucir así ese egocentrismo extremo, mostrar tan a las claras que el destino de los españoles se la refanfinfla, con perdón, eso no me lo esperaba, al menos no a ese nivel, ni siquiera del peor presidente de nuestra historia.