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Tras 25 años de vida, la tarea que nos espera no es baladí: echar a un presidente. La razón, más que justa: odia la Libertad

Tras 25 años de vida, la tarea que nos espera no es baladí: echar a un presidente. La razón, más que justa: odia la Libertad
Manifestación en Colón | Pilar J. Reig

No son iguales, se cumplan o no, los propósitos de año nuevo de la familia Sánchez-Gómez que los de una de Paiporta que sigue rascando el barro de lo que quede de su casa cuando no va al cementerio. Es fácil elegir con quién y contra quién debemos estar.

Los deseos de felicidad y los propósitos ligados al arranque de un año son una mera convención como tantas otras, pero no cabe duda de que pueden servir de punto de apoyo para afrontar nuevos retos. Pues vaya aquí un adelanto de lo que queremos ser en Libertad Digital en este año que supone el vigésimo quinto —¡un cuarto de siglo! — de nuestra existencia.

Seguiremos siendo lo que siempre hemos sido: independientes. Parecerá un eslogan barato pero hemos pagado muchas veces precios muy altos por mantener nuestra opinión, que es nuestra Libertad, a salvo de presiones políticas y económicas de todo signo. Hemos sido tachados de peperos, de voxeros, de ultracatólicos o de conspiradores. Y aquí hay gente que ha votado o defendido intelectualmente al PP, a Vox, a Ciudadanos o a UPyD; hay católicos más o menos practicantes y hay agnósticos. Conspiraciones, ninguna; denuncias, contra muchas, fundamentalmente la del 11-M, base de cualquier mal posterior.

Lo que realmente molesta de Libertad Digital —a los políticos y a muchos medios de comunicación— es, dicho con el clásico coloquialismo, que no se casa con nadie. Y los que nos llaman peperos se tienen que callar cuando atizamos al PP, los que nos tachan de voxeros corren a ocultarse cuando escuchan nuestra radio —que la escuchan siempre— y los que nos acusan de radicalidad religiosa retiran la mirada cuando aquí se critica el comunismo actual del Vaticano o las medias tintas en tantas cosas de la Conferencia Episcopal.

Pero no habrán acabado de balbucear sus pueriles ataques cuando nos verán, leerán y oirán defendiendo al PP por una determinada política valiente, a Vox por un acertado discurso o a la Iglesia ante las mamarrachadas anticatólicas que subvenciona el Gobierno, unas veces en 'La Espantosa' y otras desde cualquier ministerio o a la vuelta de algún presunto puticlub corporativo.

Liberales, somos liberales. Los otros, no. Veinticinco años dan para mucho pero no son suficientes para denunciar todos y cada uno de los obstáculos que tantos insisten en poner a la Libertad. Defenderla nos ha enfrentado a casi todos. Y a casi todos hemos defendido siempre que ha sido necesario y lo han merecido. Pocos medios, si es que hay alguno, pueden decir lo mismo… pero casi todos quieren estar en nuestras tertulias.

Los medios

Cuando Federico dijo en junio de 2009 que había que montar una radio para salir al aire en septiembre de 2009 —"La liquidación de la COPE y la aventura de esRadio"— hubo un lógico —y excitante— sobresalto. ¡Apenas un verano! Visto en perspectiva, lo cierto es que era fácil porque teníamos lo principal: el discurso y las razones sobradas para defenderlo. El aspecto técnico y administrativo se resolvió, con buen trabajo y muchas ganas, en apenas un verano y partiendo de la nada, pero al proyecto editorial no le hizo falta ni un minuto, pues venía pidiendo paso muchos años atrás. esRadio no sería Antena3 ni la COPE sino la radio de Libertad Digital, con lo mejor de las lejanas parientas, que era muy bueno, pero sin lo peor, que era horriblemente malo. Íntegramente liberal y nuestra, sin tutelas. ¡El 7 a las 7! Grito de guerra…

Además, si ya habíamos puesto en marcha una TDT, pocos retos se nos podían aparecer salvo el de la rentabilidad, imposible con los políticos siempre merodeando por los platós. En la radio y en Internet los costes dejan algo más margen para vivir, arriesgar, inventar y compartir con nuestra audiencia la aventura que necesitamos como sangre en las venas.

Mejoraremos en todo lo que debemos mejorar, fundamentalmente en aspectos técnicos que requieren muchos y costosos recursos que ya están en marcha y que muy pronto ofrecerán resultados visibles. Para tomar la debida carrerilla hemos tenido que hacer maniobras que, a veces, salen a la luz como fallos. Y lo son, pero necesarios. Benditos sean si nos abren ya el camino que debemos recorrer con todo nuestro potencial.

Este 2025 de nuestro cuarto de siglo lo vamos a celebrar como se debe: trabajando más y ofreciendo los mejores contenidos en esRadio, en la tele, en nuestros canales de YouTube y en cada página del periódico. Defenderemos con orgullo la esencia misma de lo que supone Libertad Digital, recordando los momentos que nos trajeron hasta aquí, los libros que leímos, las películas que vimos y a las personas que, tristemente, ya no están. Lo haremos con gran despliegue a lo largo de todo el año… pero sin perder —eso jamás— el objetivo principal, más vivo que nunca en este 2025.

La misión

Un recién llegado, que incluso pasó por nuestros platós cuando no le conocía ni el que le hizo la tesis, se ha propuesto acabar con el régimen democrático en España y, presuntamente, repartirse los restos. El artículo segundo de la Constitución de Cádiz (1812) hoy estaría más justificado que nunca sin necesidad de bonapartes:

"La Nación española es libre e independiente, y no es ni puede ser patrimonio de ninguna familia ni persona".

A la familia la conocemos de sobra y ya la tutean en los juzgados. Nuestro felón se llama ahora Pedro Sánchez, tan enemigo de los liberales y con tantas ganas de ser rey absoluto como Fernando VII o tan caudillo como Franco, su parapeto del año que empieza y con el que pretende —de momento, en vano— atenazar al Rey y a la oposición.

Es verdad que el pecado original se llama José Luis Rodríguez Zapatero y que el escenario del crimen sigue estando en los trenes de marzo, pero Pedro Sánchez, con muchas omisiones del PP, hipérboles de Vox y niñerías de Ciudadanos —errores, en definitiva, de todos— se ha jurado no salir de La Moncloa mientras exista un resto de libertad que pueda amenazarle. Aprendió de su referencia, la Venezuela de Maduro, donde ya ha hecho todo lo posible para que no haya cambio pese a la grosera adulteración de unas elecciones y la represión de cualquier atisbo de oposición. ¡Pues todavía hay gente que no le cree!

Lo hemos visto y denunciado casi todo: un presidente, su esposa, su hermano, varios ministros, un fiscal general, asesores, conseguidores y quien falte, que llegará, han cerrado el desagüe para nadar a placer en una infecta cloaca. Es posible imaginar hasta dónde pueden llegar si vemos lo que ya han hecho, que incluye el salvaje borrado y destrucción de pruebas de los delitos. Este gobierno debería estar, de oficio, en prisión preventiva pero presume de usar tal condición de impunidad como amenaza: se vale del delito flagrante para demostrar que la democracia no es un obstáculo. O sea, "la Fiscalía de quién depende… ¡Pues ya está!" o "vamos a avanzar con determinación, con o sin apoyo de la oposición, con o sin concurso del poder Legislativo". No será por falta de avisos.

El drama es que un medio de comunicación está obligado a contar lo que ve en todas partes. Y frente a la felonía no hay, salvo episodios todavía esperanzadores, una oposición como sistema, como Institución. Es urgente que algún partido se crea lo que ya ha pasado: un golpe de Estado en Cataluña llevado a toda España como régimen ante la incapacidad de formar gobierno estable… y legítimo.

No, no es legítimo gobernar con quien ha expresado su férrea vocación de derribar la democracia de 1978. Y no, no es legítimo hacerlo habiendo negado decenas de veces la mera posibilidad tanto con Podemos como con la ERC, con Puigdemont o con los proetarras de Bildu. Falta, pues, un partido con voluntad firme que considere lo sucedido como un daño ya infligido, no como una amenaza futura, y se decida a combatir sin mirar encuestas o bolsas de votantes zombi.

Nosotros lo denunciamos, opinamos y ponemos el grito en el cielo siempre que consideramos que es necesario, pero no vamos a gobernar. Son otros los que se supone que quieren hacerlo. Objetivamente, el PP debería ser ese partido, pero los votantes del centro-derecha están repartidos —que aquí significa divididos— y esperando alguna señal de vida inteligente como ha demostrado Federico, por enésima vez, en El retorno de la Derecha. De momento no se ha reportado la existencia de votantes cautivos de la derecha en la UGT. Y pocos quedan ya en el PSOE.

Así que, tras 25 años de vida, la tarea que nos espera no es baladí: echar a un presidente. La razón, más que justa: odia la Libertad y está dispuesto a todo para aniquilarla a plena luz del día. No hace falta aclarar que nosotros lucharemos con los medios que nos da la democracia, pero sí es muy necesario recordar que los otros, la banda de Sánchez, lo están haciendo ya desde fuera de ella. No hay miedo, somos más y mejores, cada vez mejores.

Feliz Aniversario y gracias a oyentes, lectores, espectadores, socios, accionistas, anunciantes y amigos por estos primeros veinticinco años que nos han permitido algo muy importante: ser como somos.

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