
La política mundial se transforma a velocidades de vértigo y aquí seguimos fuera de juego. Hemos perdido definitivamente el tren de la historia de la democracia. España no pinta nada en el panorama internacional. Somos poco más que escoria para abonar el campo de los regímenes democráticos. En esta circunstancia lamentable busquemos fuera lo que aquí falta. Animémonos mirando a La Argentina. Entusiasmo, sí, mucha admiración crea todo lo que hace el Gobierno de Milei. Este mandatario está dictando un curso de alta política. Va por delante de todos. Trump lo sabe y lo sigue. El recibimiento otorgado por Milei en la Casa Rosada, y posterior saludo a miles de venezolanos en la Plaza de Mayo, a Edmundo González Urrutia, será estudiado en los manuales de historia de la democracia en las próximas décadas. Será el ícono más importante de la restauración de la democracia en Venezuela. Marcará un paso trascendental para acabar con la horrible estigmatización sobre el derecho y el deber de injerencia por causas humanitarias en regímenes tiránicos.
El anuncio proclamado por la vicepresidenta de la Argentina, la señora Patricia Bulrich, es un parte aguas en la historia de la democracia mundial. Señala un antes y un después en la creatividad política del siglo XXI. No existe mayor ejercicio de imaginación política en nuestro tiempo que el dado por el Gobierno de Javier Milei comprometiéndose a acompañar a Edmundo González Urrutia a la toma de posesión de la presidencia de Venezuela. No se trata solo de un anuncio o acción simbólica sino de algo real. Tangible. Su efectividad, obviamente, podemos comprobarla muy pronto. Pero lo relevante en términos políticos ha sido ya ejecutoriado. La decisión ha sido tomada por Milei y aplaudida por la Inteligencia democrática del mundo entero. Milei trata, sencillamente, de llevar a cabo lo firmado, reconocido y enunciado en ciento de documentos, actas y protocolos de los Parlamentos y Gobiernos democráticos más importantes del mundo. La Unión Europea, incluso el Congreso y el Senado de España, EE.UU. y muchos otros países del mundo democrático han reconocido que el Presidente electo de Venezuela no es otro que Edmundo González Urrutia. Y, por eso, precisamente, Patricia Bulrich, ni más ni menos que la vicepresidenta de La Argentina, por invitación naturalmente del presidente electo, lo acompañará a la toma posesión del cargo. Genial.
Milei y su gobierno viven en un estado de inspiración portentoso. Están inventado la gran política. Los gobiernos del mundo que no lo sigan quedarán descolgados de la nueva etapa de libertad que está abriéndose en la Argentina y el resto de América, incluido naturalmente los EE.UU de Norteamérica. Ni que decir tiene que España, en este nuevo contexto político mundial, ha desaparecido. Ni siquiera somos ya voz de los países hermanos de Hispanoamérica. Nada es España desde que los terroristas pusieron en el poder a Rodríguez Zapatero. Desde entonces, 2004, hasta aquí solo ha habido decadencia y ruina. El comunismo separatista de Sánchez, principal aliado en Europa de la tiranía de Maduro, gobierna con mano de hierro, mientras la torpe derecha vive del chusco que le arroja la canalla gubernamental. Nadie rechista. Todos comen de la mano del gobierno más corrupto de la historia de España. He ahí el contexto para explicar por qué el Gobierno de España no ha reconocido a Edmundo González Urrutia como presidente electo de Venezuela. ¡Qué vergüenza!
Que altos mandatarios políticos del mundo entero, o sus delegados, acompañen a Edmundo González Urrutia a la toma posesión de la presidencia de Venezuela, seguramente sea en nuestro tiempo el mayor ejercicio de imaginación política nunca visto. Imaginen, por favor, a Edmundo González Urrutia entrando en Caracas acompañado de la vicepresidenta de La Argentina, junto a otros altos mandatarios de EE.UU., Uruguay, Chile y otros países de Hispanoamérica y del mundo. No es un sueño. Es viable. Plausible. Sí, yo aplaudo la iniciativa política porque, además, sería otra forma de liberarnos aquí de un gobierno ruin y corrupto, incapacitado para gobernar. No es, por lo tanto, descartable que González Urrutia se presente en Venezuela acompañado de Patricia Bulrich y otros altos dignatarios políticos del mundo para reinstaurar la democracia en Venezuela. Pero una cosa es indubitable: en esa excelsa delegación del mundo democrático no hallarán un representante del Gobierno de España.