
Parece una consecuencia más de la guerra a cuchillo entre las cadenas televisivas por acceder al liderazgo en la audiencia durante las uvas. Una presentadora de no muy nutrida experiencia en el medio, presenta una "estampita" que confunde la imagen del Sagrado Corazón con la de la vaquilla humanizada del Gran Prix del bueno de Ramonchu.
Hasta aquí una muestra más de la ancestral falta de respeto a la religión católica por parte de elementos antes llamados progres y ahora wokes, o algo así, nada aparentemente nuevo, pero…
El año nuevo se presenta lleno de espinas judiciales para el Gobierno y alguno de sus mejores amigos, de manera que la aparición en pantalla, ¡de la cadena pública!, de la desagradable estampita, podría interpretarse como un intento de desviar la atención, algo parecido a lo que acusaban al fútbol en tiempos franquistas, pero…
Ya estamos acostumbrados a desmanes parecidos contra la religión católica, pero hay un elemento novedoso en el hecho: la fulminante respuesta del "trimistro Bolaños", nada menos que, en su primer mensaje en X del año, a quienes han osado protestar, por supuesto de forma pacífica, por sentirse ofendidos en lo más profundo de sus creencias.
Anuncia el señor Bolaños su intención de proseguir la cadena de medidas para la despenalización de las ofensas a la religión, en aras a un supuesto servicio a la "libertad de expresión". Los "espadones" del XIX acallaban a los disidentes desterrándolos a Filipinas: las Filipinas actuales se llaman "fachosfera", que nadie sabe muy bien donde está, pero…
Pero señor Bolaños, ¿No teníamos que educar para la paz?
Como profesor durante cuarenta años, y por extensión durante toda mi vida, porque soy de los que creen firmemente que la dedicación a la docencia imprime carácter, he venido siendo firme defensor de la educación para la paz; tanto tratando de promover las conductas no conflictivas entre los estudiantes a mi cargo, como al utilizar la normativa legal en que podía basarme para evitar los abusos, las agresiones y las burlas tan frecuentes durante la etapa de la adolescencia, que ahora se llaman algo así como bulling, dichosos anglicismos, que tanto horrorizan a padres y alumnos, por cierto con toda razón, pero…
Educar para la paz implica también educar para la justicia, y a la hora de valorar las conductas conflictivas y las medidas correctoras imprescindibles para frenarlas, es necesario el diagnóstico previo de la identidad de los agresores y de los agredidos, si no existe tal, las consecuencias en forma de revanchas y conductas agresivas de segunda magnitud, generalmente mucho más graves, serán inmediatas e imprevisibles. Claro que…
La educación para la paz debe comenzar por la educación para el respeto: respeto a las ideas de los demás, a sus conductas siempre que no sean delictivas, a su orientación sexual, a su aspecto físico, a veces, muy diferente a los modelos sociales de lo políticamente correcto. Educación para la paz no es concepto antónimo de educación para la guerra, significa sencillamente educación para el respeto. ¿De acuerdo señor Ministro Bolaños, en que hacen falta normas legales mínimas para conseguirlo?
Si las conductas agresivas, en forma de falta de respeto a las ideas religiosas de los demás, pasan a considerarse absolutamente normales desde el punto de vista legal, cabe pensar que aumentarán. ¿Es ello deseable?
"Si se meten con mi mamá les doy con el puño"
Esta declaración fue atribuida al Papa Francisco, quien cambió su acento habitual, estudiadamente italianizante y pacifista, por otro, pleno de sinceridad, en el que el subconsciente papal dejaba aflorar un arrastrado acento porteño.
Naturalmente Su Santidad aludía al ancestral concepto de reconocer sagrado, y las convicciones religiosas, sean las que sean, entran de lleno en este concepto. Es habitual que las ofensas en este sentido obtengan respuestas extremadamente violentas por parte de quienes profesan determinadas religiones y conquistan así el terror para quienes osen atacarlas.
Las religiones como el actual catolicismo, caracterizadas por su condición pacífica, quedan expuestas de manera especial al ataque por quienes no parecen tener en cuenta el respeto debido a las convicciones, o por decirlo más claro, a la vileza de los cobardes, como es el caso del "timo de la estampita" que nos ocupa.
De manera intencionada omito cualquier referencia concreta a los autores de la "gracieta televisiva de la cadena pública", que resulta irrelevante al lado de la respuesta inmediata de un ministro tan diligente como ignorante del concepto de respeto a las ideas del prójimo; un prójimo, una vez más agraviado por sus ideas religiosas.
Recurriendo, si me lo permiten, a un conocido casticismo que hace referencia a los apéndices "rinofaciales", si se tratara de una religión caracterizada por sus respuestas agresivas ante las ofensas, ¿tendrían narices para ofenderla?
