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Yo no soy un escudo social ni mental

La okupación directa o indirectamente favorecida desde las instituciones no deja de ser una expropiación encubierta, sin derecho a indemnización encima.

La okupación directa o indirectamente favorecida desde las instituciones no deja de ser una expropiación encubierta, sin derecho a indemnización encima.
Manifestación del pasado 18 de septiembre | Plataforma de Afectados por la Ocupación

Leo aquí, en Libertad Digital, la ¿asombrosa? (ojalá) historia de Inma, una murciana "inquiokupada" durante años que, aprovechando el lapsus entre el trastazo del primer intento de aprobar el decreto ómnibus del gobierno y su posterior aprobación, logró recuperar su casa (que le hacía mucha falta) después de cuatro años y tres meses de pasarlas canutas. La persona que allí vivía se declaró "vulnerable profesional" con el encendido apoyo de las autoridades y no había manera de echarla ni de demostrar que ni vulnerable era. Encima había que pagarle los suministros. Es desolador que sólo un momentáneo vacío legal y la acción decidida de un juez hayan permitido a Inma salir de este infierno. Es decir, que estaba mejor sin ley, que con ella.

Me quedo con dos frases de Inma, reproducidas en la crónica de Sandra León: "Yo no soy un escudo social" y "No volveré a alquilar jamás".

Empecemos por la primera. No se puede decir más con menos palabras. Pretender solucionar el problema de acceso a la vivienda descargando en el propietario, grande o pequeño, la responsabilidad social de las Administraciones, es como si cuando una persona enferma que va al hospital le dijeran que, ya que allí no quedan camas disponibles, que se vaya a "ingresar" en la cama de matrimonio del vecino. O como si los padres que mandan a sus hijos al colegio por las mañanas, además de prepararles la merienda, tuvieran que añadir una tortilla de patatas para el maestro.

A ver, la solidaridad social ya la satisfacemos vía impuestos. Vistos los impuestos que pagamos, no se puede llamar insolidario a ningún español que trabaje por cuenta ajena, no digamos si es autónomo o tiene una pequeña empresa. Los propietarios de viviendas, ganadas con el sudor de su frente, también se hinchan a satisfacer impuestos. Si esos impuestos no bastan para que los que los gestionan —y de ellos viven, ojo— encuentren soluciones, a lo mejor hay que despedirles en masa y poner a otros.

"No volveré a alquilar jamás". Toma ya. Ese es el brillante resultado de la política —y más aún, la propaganda— de nuestros gobernantes. La okupación directa o indirectamente favorecida desde las instituciones no deja de ser una expropiación encubierta, sin derecho a indemnización encima. Normal que los propietarios le cojan miedo y que el mercado de alquiler cada día se restrinja más. ¿Qué será lo siguiente que se les va a ocurrir? ¿La expropiación directa, a cara descubierta?

Leo que una de las novedades del decreto ómnibus finalmente aprobado incluye un seguro de impago del alquiler. Fuegos artificiales, alegría, alegría, esta ronda la pago yo. Pero por Dios. ¿Nadie se lee la letra pequeña?

Para empezar, este seguro sólo es de aplicación si el precio del alquiler no supera el índice "recomendado" —hasta ahí, aún…— y si el inquilino es menor de 35 años. Van y te dicen que con eso pretenden estimular el alquiler joven. Pero, ¿tendrán cara? El porcentaje de gente menor de esa edad que se puede permitir alquilar es en estos tiempos tan ridículamente bajo que se comprende que la medida les va a salir baratita, baratita. Son más, muchos más, los mayores de esa edad que quedan a deber. ¿No sería más lógico un seguro de impago universal, tenga la edad que tenga el moroso, y si acaso a los jóvenes ya se les incentiva además de otra manera, con avales para la entrada o la fianza, por ejemplo?

Seguimos. Es que encima de todas estas restricciones, el propietario sólo tendrá derecho a hacer efectivo ese seguro de impago seis meses después, atención, de que el moroso abandone la vivienda. Acabáramos. ¿Y eso por qué? ¿Y si no la abandona nunca, cosa que, con los bodrios legales actualmente vigentes, está a la orden del día, como demuestra el caso de Inma?

En conclusión: no sólo te piden que hagas de "escudo social" los que, a diferencia de ti, cobran para serlo, sino que te exigen que hagas de escudo contra el sentido común y la inteligencia. Que no te pares mucho a pensarlo. Porque, a poco que te pararas, barbaridades harías. Menos mal que la gente es buena… ¿verdad?

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