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Carmelo Jordá

Ni el SMI

Menos mal que son unos inútiles y están cavando su propia tumba, porque si tuviésemos que esperar que la oposición los echase nos comíamos el cambio de régimen con patatas y todo.

María Jesús Montero y Yolanda Díaz. | LD/Agencias

La redacción de Libertad Digital ha vivido estos días alguna discusión acalorada –nos queremos mucho, pero nos encanta discutir— sobre qué parte del Gobierno tenía más razón: la que quiere excluir a los trabajadores que cobran el SMI del pago de IRPF o la que no. Team la Yoli versus team Marichús, para que ustedes me entiendan.

Personalmente, creo que desde el punto de vista doctrinal la razón es para la apandadora mayor del Ministerio de Hacienda: si pagar una cantidad desproporcionada y salvaje de impuestos es imprescindible para el mantenimiento del sagrado Estado del bienestar y los servicios públicos y, por tanto, una fuente de orgullo y satisfacción moral que nos hace sentirnos ciudadanos sin mácula, es muy difícil de explicar que debamos arrebatarles ese placer a los que cobran menos.

Sin embargo, aunque la ortodoxia ideológica esté del lado del saqueo fiscal que tan bien representa una política con la cara tan dura y el nivel intelectual tan blando como Montero, creo que desde el punto de vista político tiene mucha mayor relevancia la imagen de un Gobierno que, después de pasarse años presumiendo de que los ricos tienen que pagar más y de ser el mejor amigo de los pobres, a la hora de la verdad aprovecha cualquier oportunidad para atracar a los que menos tienen con una saña que haría que José María el Tempranillo pareciese a su lado la Madre Teresa.

Y para rematar la desastrosa jugada, además de quedar como lo que son –aves de rapiña fiscal, auténticas hienas– lo han hecho con una batalla en público que ha mostrado que el Gobierno es un cachondeo, que andan a la gresca y que o bien se ocultan unos a otros las cosas o bien no se enteran, que no sé qué es peor.

Así las cosas, mientras están acorralados por una corrupción galopante que ya está en los juzgados, cuando su debilidad parlamentaria es más evidente que nunca y su sumisión al separatismo es tal que cualquier día Puigdemont va a hacer saltar a Sánchez por un aro de fuego, sus peleas y su torpeza les están haciendo reventar el efecto positivo que podrían tener medidas demagógicas y equivocadas, en realidad ruinosas, pero que por lo general le encantan a un electorado de izquierdas que sabe de economía lo que yo de física termonuclear.

Hace muy poco la reducción de la jornada laboral quedó opacada por la batalla entre Yolanda Díaz y Carlos Cuerpo, ahora la subida del SMI se ha convertido en el atraco fiscal a los trabajadores que menos ganan. Menos mal que son unos inútiles y están cavando su propia tumba, porque si tuviésemos que esperar que la oposición los echase nos comíamos el cambio de régimen con patatas y todo.

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