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La traición del único PSOE que existe y Page

Los separatistas ya no necesitan pedir la autodeterminación porque tienen las herramientas para conseguirla sin necesidad siquiera de negociar con el Gobierno.

El PSOE de Pedro Sánchez y su Gobierno han demostrado por activa y por pasiva que no tienen ni límites ni reparos a la hora de garantizarse el poder. Los acuerdos con los grupos separatistas ponen en duda la viabilidad de la democracia en España y la misma esencia de España. La quita de la deuda autonómica contraída por los separatistas para financiar su golpe de Estado, el establecimiento de un sistema de financiación para Cataluña con agencia tributaria propia para recaudar y gestionar todos los impuestos y el traspaso de las competencias en materia de inmigración y fronteras suponen de facto la retirada del Estado de Cataluña y el triunfo de quienes dieron el golpe. Los separatistas ya no necesitan pedir la autodeterminación porque tienen las herramientas para conseguirla sin necesidad siquiera de negociar con el Gobierno.

Las concesiones económicas y competenciales son gravísimas porque refutan la igualdad de derechos entre los españoles, obligan a todos los ciudadanos a sufragar los excesos separatistas, menoscaban su dignidad y lesionan los más elementales principios de las sociedades democráticas. A este respecto que el PSOE considere que los ciudadanos españoles que viven en Cataluña pero no han nacido en esa región son iguales que los extranjeros (que es exactamente lo que dice su justificación para traspasar las competencias de inmigración a la Generalidad) y deben someterse a los planes separatistas para su "integración" es una traición imposible de digerir.

Sostiene el presidente de Castilla-La Mancha y barón socialista Emiliano García Page que "no se puede gobernar a cualquier precio". Tiene toda la razón. También cuando tacha a Carles Puigdemont de representante de la "peor extrema derecha". Pero sobran las palabras. Y más en el caso de García Page, especializado en criticar a su propio partido y a su líder sin hacer nada en el terreno de los hechos para remediar la deriva siniestra y totalitaria de la organización socialista.

Para resultar creíble, el dirigente castellano-manchego debería como mínimo oponerse a Sánchez. Lo tiene fácil. Bastaría con que los diputados elegidos por las provincias de su comunidad votaran en contra de esas concesiones de Sánchez a los golpistas. Pero no va a ocurrir. Lo que en realidad pasa es que García Page cubre el flanco de quienes creen que existe un PSOE diferente al que pacta con la extrema derecha catalanista, un partido que defiende la unidad de España y la igualdad entre los españoles. Pero eso es falso. El único PSOE que hay es que ostenta una pavorosa falta de escrúpulos, el que es capaz de abandonar en manos de los separatistas a millones de conciudadanos, el que acepta sin sonrojo que hay españoles de segunda clase, extranjeros en su propia patria, el que ha propiciado la victoria golpista y el que ha trasladado el golpe al resto de España.

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