
El sábado, 22 de marzo, la cuenta en X de La Moncloa, puso un vídeo de 37 segundos con el hashtag Hora del Planeta. En sucesivas imágenes, con la banda sonora de Journey to the Stars, de Savfk, mostraba cómo una serie de ministros se disponían a salir de sus despachos y, antes de cruzar la puerta, tomaban la precaución de apagar la luz. Era digno de verse por varios motivos. Uno, porque reconforta cerciorarse de que un ministro sabe cómo apagar la luz por sí mismo, sin ayuda de conserjes o ayudantes. Es verdad que alguno debía pulsar varios interruptores y no parecía seguro de cuáles eran los correctos, pero todos lo consiguieron. Dos, porque se ha podido ver a ministros que apenas sabíamos que existían. Y tres, porque no aparecía el presidente del Gobierno dirigiendo la operación de apagado, en lo que sería una rara demostración de humildad, si no fuera una forma de evitar encontrarse en el dudoso papel del último que apaga la luz, fin de la historia.
Únete a la #HoraDelPlaneta y luchemos contra el cambio climático.
🌍 Apaga la luz, defiende el planeta pic.twitter.com/lLaunmwrNx
— La Moncloa (@desdelamoncloa) March 22, 2025
El protagonismo del apagado descansó así en Carlos Cuerpo, que fue el encargado del cierre de la actuación con un amago de dar palmas. Si era un auto aplauso o no, quedó sin resolver, igual que el aplauso mismo. Pero alguien pensó que el ministro de Economía era el más indicado para hacer pedagogía sobre cómo economizar en el uso de la luz. Un inconveniente es que su presencia trae a la memoria la "operación bombilla" del ministro de Zapatero, Miguel Sebastián, que se propuso repartir gratis 22 millones de bombillas de bajo consumo, de las cuales quedaron sin repartir la mayoría, todo ello con un coste importante. Aunque el gran inconveniente de este vídeo aparece al confrontarlo con la realidad. Al precio que se ha puesto la luz, más desde que regresó al IVA del 21 por ciento, nadie que pague sus facturas se olvida de apagarla, y muchos se acuerdan del Gobierno. Los 37 segundos de "apaga la luz en Moncloa" hacen que se acuerden más.
En los mundos de Yupi, sin embargo, no se habla de facturas, sino de grandes causas. Donde habitan los seres moralmente superiores, la cosa no va de apagar la luz para ahorrar unos céntimos en la factura. En el ahorro pensarán gentes de baja estofa, sólo preocupadas por pagar lo menos posible y llegar a fin de mes sin tener que andar por casa a oscuras. La persona de altos ideales sabe que estas representaciones son un gesto y un símbolo, un símbolo cargado de un significado profundo. Al participar en acciones carentes de cualquier efecto práctico, pueden proclamar su compromiso con alguna de las grandes causas del momento y confirmarse como mejores personas y más conscientes —más woke— frente a la patulea que quiere electricidad barata y coches de diésel.
El verdadero significado del vídeo de unos ministros que fingen que un sábado a las 20:29 están trabajando y al salir apagan la luz, es hacer una exhibición de virtud. Darse esa satisfacción. Qué uso de la electricidad hacen el resto del tiempo, qué uso de vehículos, qué uso de aviones: de eso nada se dice. Ni se sienten obligados a decirlo. Con el gesto simbólico está dicho todo. Lo está hasta la próxima hora del planeta.
