
El regreso a Cataluña de algunas de las firmas que abandonaron la región durante el golpe de Estado separatista ha dado pábulo a lo de que el procés ha muerto. Eso no significa en modo alguno que la situación política haya cambiado a mejor o que se den las condiciones de estabilidad institucional y seguridad jurídica de las que tanto habla el president Illa para glosar la operación retorno.
No se tiene en cuenta que según cálculos muy precavidos fueron más de ocho mil las empresas que se fueron de la región y que no ha regresado ni media docena, aunque eso sí, muy importantes. En Cataluña hay un problema con las cifras que se revela perfectamente en los cuentos de la lechera del Círculo de Economía y también a la hora de contar manifestantes independentistas.
La crisis del servicio ferroviario de cercanías muestra a las claras esas peculiaridades catalanistas estilo Münchhausen. Los trenes van particularmente mal, cosa que el independentismo aprovecha para atizar el odio a España y para difundir la singular especie de que en una Cataluña independiente el servicio sería más puntual que en la mismísima Suiza. Mentira. Los gestores nacionalistas han dado durante décadas sobradas muestras de que tan inútiles como los que más.
En cuanto a lo de contar manifestantes, la misma crisis de "Rodalies" muestra que el músculo del proceso sigue intacto. Todas las fuerzas vivas del separatismo convocaron protestas simultáneas en media Cataluña el pasado sábado que se saldaron con una participación ridícula. Ni miles, ni cientos. Decenas de manifestantes, en algunos casos uno o ninguno. Pero hete aquí que los medios afectos a la causa, prácticamente todos en la región, se mostraban asombrados ante la magnitud de las protestas, un "clamor unánime", según la televisión autonómica. Miles de manifestantes contaban los digitales con un pundonor digno de una agencia oficial iraní o norcoreana. Otra extraordinaria exhibición transversal en contra de esa España que acumula toda clase de retrasos, según la propaganda separatista en el papel. La misma mandanga retórica del procés. Y las mismas caras. Puigdemont, Junqueras, Rull, Turull y Rufián. La única novedad, y relativa, es Míriam Nogueras, esa señora dispuesta a demostrar que todo lo que se dice sobre Cataluña es verdad o aún peor.
El separatismo ha logrado una financiación "singular", todos los impuestos más el control de la inmigración y las fronteras. Y a costa de todos los españoles. Sánchez es un filón. No lo van a tumbar jamás. O hasta que se acabe la leche. Mientras tanto, Puigdemont y Junqueras, Rufián y Nogueras, Óscar Puente y Óscar López, entre otros, seguirán impartiendo alucinantes lecciones de superioridad moral, ética y espiritual. ¿Hemos tocado fondo o se puede caer más bajo?
