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Javier Somalo

¿Qué hay en el bolso de Pedro?

El problema es que Sánchez no cree más que en sí mismo y si opta por aumentar el gasto en Defensa no es porque lo crea necesario, ni es por Ucrania, ni contra Putin. Ni siquiera será verdad.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, interviene durante una sesión plenaria en el Congreso de los Diputados, a 26 de marzo de 2025, en Madrid (España) | Europa Press

Nuestra ministra de Educación y portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, se preguntaría de dónde devienen los males que se ciernen sobre Europa. El diputado separatista catalán Gabriel Rufián centraría el origen en la OTAN, "responsable de casi todas las guerras y golpes de Estado en el mundo en los últimos 80 años". Y el líder del tercer partido político de España, Santiago Abascal, resumiría todo en que la amenaza rusa es "inverosímil y ridícula", frase favorita de los ucranianos.

Para consuelo de tontos, no todas las desgracias se derraman dentro de España. La comisaria europea de Gestión de Crisis, Hadja Lahbib, belga de origen argelino, se divierte haciendo vídeos de adolescente en los que enseña el kit de emergencia civil recomendado por la UE en caso de guerra y que cabe en su bolso.

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Seguro que muchos ucranianos, sin casa y con muertos, se han desternillado con la pizpireta Hadja, esta tiktoker metida a política, encargada de gestionar las crisis… con un bolso e incontenible risa. Entre esto y la amenaza "ridícula" de los rusos, resulta que Ucrania es una exageración a la que pondrá fin de una vez por todas un tal Donald Trump, para fortuna de Vladimir Putin y el nuevo orden patriótico suicida.

Las extraordinarias crónicas de Xavier Colás y Alberto Rojas en El Mundo nos han traído la realidad por lejana que todavía le quiera quedar a algunos. Nadie pensó en Rusia que Putin acabaría bombardeando a los civiles ucranianos.

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En la cómoda Europa también había mucho escepticismo fruto de la ignorancia. Nadie cree las cosas hasta que suceden ante sus narices y entonces empiezan a no creer las siguientes, que también suceden. Rusia está muy lejos, Venezuela más. Es como cuando los niños cantaban aquello de "¡la manga riega, que aquí no llega!". Siempre llegaba. Sólo hacía falta la provocación exacta en el momento oportuno, pero tanto el manguero como el niño, en un acuerdo tácito, buscaban el mismo desenlace. En la vida real es más peligroso.

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No es una cuestión de falso alarmismo. El que no quiera ver que hoy se unen todos los elementos que pueden provocar el paso de la inestabilidad al conflicto general es porque no quiere o porque está de acuerdo. El papel esquizofrénico de Estados Unidos, bailando al son de Putin va más allá del mero esperpento y se convierte en un peligro real, con arsenales nucleares reales y con locos reales. No hará falta demostrar en 2025 que un loco, rodeado de cobardes y un número suficiente de imbéciles, puede alterarlo todo y provocar millones de muertos en todo el planeta. Pues el casting está completo.

Rusia no está lejos. Nada está lo suficientemente lejos como para dejar de ser un peligro para todos, ya sea de forma directa o escalada. Además de a los ucranianos, que es en quienes debemos pensar en todo momento, la violencia expansiva rusa que tanta gracia hace a algunos afecta directamente a Finlandia, vecina y reciente aliada de la OTAN. Afecta directamente a Polonia, patio de los totalitarismos, y pone en lógica guardia a Alemania. Amenaza a las repúblicas bálticas que tienen clavada la cuña de Kaliningrado, pedacito fortificado de Rusia con balcón al mar que baña las costas suecas y polacas. Y si Rusia no está lejos, menos lo están Ucrania y sus vecinos, más o menos prorrusos como Moldavia y Rumanía. Añádase alguna gracia del patriota Viktor Orban en un baile de disfraces con Donald y Vladimir y viajaremos en el tiempo algo menos de 100 años. Tan lejos y tan cerca.

Puestos a hurgar en el pesimismo cabe sospechar que lo de Emmanuel Macron quede en nada, en un contingente aliado para después de la paz… pero ¿de qué paz? Zelenski necesita balas, logística y tecnología militar para no llegar a una paz rusa que sólo cabría traducir como rendición. De momento, Macron y Keir Starmer están sólo en las palabras, pero al menos ponen a Europa en relieve y con cierta capacidad disuasoria. Faltarían unos Estados Unidos con actividad cerebral para cerrar este episodio en favor de la libertad.

Pero los extremos se tocan siempre. Por eso, al final serán Trump y la Great America de todas partes con ayuda de los inútiles nocivos de siempre los que paradójicamente hagan realidad el lema de la Agenda 2030, o una parte, porque por entonces, entre guerras y aranceles, no tendremos nada. Ellos siempre serán felices, como los tontos que se lo creyeron.

Pedro cogió su fusil

Mark Rutte, jefe de la OTAN, dijo de pronto que España se había comprometido a llegar al 2% del PIB en gasto militar "antes del verano". Y si esos son los plazos cortos lo lógico sería pensar que, a partir de ahí, se eleven más para estar en línea con las amenazas de uno y otro lado. Por si fuera poco, Rutte hizo tales manifestaciones en Varsovia, donde no están para juegos. Ni hoy ni nunca.

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Son las acciones frente a las palabras huecas… ¡Como si no conocieran a Sánchez! De hecho, durante la narcótica sesión en la que debía informar al Congreso de los planes de Defensa, el presidente español sólo juntó palabras y frases de bote. Pero ni un solo número. Con esa voz abisal que pone cuando miente, nuestro presidente anunció la nada más absoluta con este título de trabajo de fin de máster barato: "Gran Plan Nacional para el Desarrollo e Impulso de la Tecnología y la Industria de la Seguridad y Defensa españolas". Y la cara de los ucranianos, polacos, finlandeses… debió de ser un trágico poema.

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Si no puede aprobar unos Presupuestos Generales del Estado, ley básica de todo Gobierno. Si tiene tres gobiernos dentro del que preside. Si sus apoyos están recién salidos de la cárcel o buscados por la Justicia. Si su familia está imputada por casos de corrupción. Si el fiscal general del que presume está al borde del banquillo y de la condena. Si no tiene dónde esconderse, ¿qué plan nacional de nada va a impulsar?

Aquí el problema es que Sánchez no cree más que en sí mismo y si opta por aumentar el gasto en Defensa no es porque lo crea necesario, ni es por Ucrania, ni contra Putin. Ni siquiera será verdad. Y lo que termine haciendo responderá a su conveniencia personal. Hasta ha llegado a proponer un ejército europeo negando al mismo tiempo que deba hablarse de "rearme". Por descontado, hará lo posible en cada momento para que nada parezca lo que es. En eso sí que somos líderes mundiales.

El gag de la belga argelina del bolso es el epítome de la Europa durmiente: un falso alarmismo que esconde una burla frente a la tragedia ucraniana. Un neceser para 72 horas en caso de ataque preventivo de la URSS es tan estúpido como decir que la guerra es de otros.

El kit de supervivencia de Sánchez no tiene nada que ver. Se compone de Sumar, Junts, PNV, ERC, Bildu y Podemos. También hay una tarjeta de Cándido Conde Pumpido y apuntes sobre una tele del tipo de Russia Today. No está claro que le llegue para 72 horas que en política es un poco más. Pero tampoco mucho más. Pedro Sánchez ya es un estorbo para todo el mundo. Bueno, uno más.

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