
Hace unos días fue noticia que el ministro de Economía visitase Estados Unidos poco después de que el secretario del Tesoro dijera que alinearse con China, como había oído decir a un alto dirigente español, era "como cortarse el cuello". Menos noticia fue el detalle de las desfavorables palabras de Scott Bessent, etiquetadas como una cortante crítica al viaje de Sánchez a la República Popular. Pero Bessent lo explicó y lo hizo recordando un episodio de una película de Disney de 1940. La película es Fantasía y el episodio es uno en el que Mickey Mouse representa El aprendiz de brujo, una balada de Goethe sobre un aprendiz que para ahorrarse el trabajo de fregar el suelo hace un hechizo para que el cubo y la escoba hagan la tarea por sí solos. En lo de Disney, que sucede al ritmo de la composición homónima de Paul Dukes, el enloquecido resultado del embrujo es una legión de cubos y escobas que no paran de echar agua y de fregar y que inundan por completo la casa sin que el malogrado aprendiz sea capaz de detenerlos. Bessent suele decir que el modelo chino de negocio es, exactamente, como esos cubos y escobas de Disney.
Igual que en el episodio del imprudente Mickey, el modelo chino, dice el secretario, no puede parar de producir y como no puede parar de producir, tiene que hacer "dumping". ¿Y qué pasa si se encuentra con que uno de sus mercados principales levanta barreras más altas? Entonces, según Bessent, todo el "dumping" que no pueda hacer allí lo hará en otros mercados, muy señaladamente en el de la Unión Europea, si ésta se presta al juego, tal como ha sugerido von der Leyen y dijo con menos cautela Sánchez. Esta posibilidad la verán bien los que tengan como prioridad económica que haya productos más baratos. Pero la otra cara de la moneda es el golpe de gracia que supondrá para lo que queda de industria y sus empleos. Más aún, si como dicen los americanos, de esa tabla rasa no emerge nada mejor, porque la apreciada y afamada innovación tiende a desarrollarse finalmente al lado de la producción.
Estas ideas son algunas de las que están detrás de las decisiones que está tomando la nueva administración norteamericana, y uno de los conceptos que maneja para conseguir equilibrar lo que considera desequilibrado es "desacoplarse de China". Aunque no hablen de un desacoplamiento total, por imposible o por gravoso, van a poner el asunto sobre la mesa de negociación con los países dispuestos a revisar aranceles y barreras no arancelarias. En definitiva, el guión de este cambio de paradigma no va de intensificar relaciones comerciales con China, sino todo lo contrario. Y ahí veremos. La UE quizá trate, típicamente, de soplar y sorber al mismo tiempo. España, con un Sánchez hermanado con Beijing, puede hacer de kamikaze en la autopista llevando de copiloto a un prenda como Zapatero. Hay gente que menosprecia el daño potencial, cuando cree que sacará tajada. Pero si tiene razón el secretario, habrá autolesión. Y entonces no serán protección suficiente las notables bufandas de cuadros que le gusta llevar al ministro Cuerpo al cuello.
