El gran apagón está exhibiendo de manera descarnada las limitaciones del Gobierno de Pedro Sánchez, la incompetencia de los miembros del gabinete, la lacerante incapacidad de la vicepresidenta tercera y ministra de Transición Ecológica, Sara Aagesen, y la pavorosa nulidad que encarga la presidenta de Red Eléctrica Española, la exministra de Vivienda con Zapatero Beatriz Corredor. Nadie en el Ejecutivo ha estado a la altura de las circunstancias y lo mejor que se puede decir de la mayoría de los ministros es que al no dar la cara han evitado hacer el ridículo. Para eso ya estaba Pedro Sánchez, quien ha mostrado el nivel exacto de su Gobierno al asegurar entre otros desvaríos que las centrales nucleares eran el problema en vez de una solución.
La catástrofe ha evidenciado las graves carencias de Aagesen y Corredor, perfectamente prescindibles ambas. Aagesen, que se presenta como experta en "cambio climático", ha demostrado ser una auténtica indocumentada al afirmar que en España no hay uranio. Caben dos posibilidades, que Aagesen sea una ignorante o que esté difundiendo un bulo monumental. "Les aseguro que no tenemos recursos fósiles, no tenemos uranio, pero sí tenemos sol y sí tenemos viento", ha llegado a decir la sustituta de Teresa Ribera. No se puede mostrar mayor desconocimiento de la realidad.
España fue durante los años ochenta el segundo productor europeo de uranio, actividad que se abandonó en favor de unas "renovables" que se han convertido en un extraordinario negocio "verde" a base de subvenciones, impuestos, peajes y políticas que condenan a España a la dependencia, la inestabilidad y la ruina. El impresionante negocio de las energías verdes ha enriquecido a muchas familias socialistas, ha destruido el paisaje y la fauna y ha propiciado indecentes pelotazos a costa de empobrecer al conjunto del país.
Que la política energética del Gobierno se basa en la extracción de recursos públicos en favor de los intereses socialistas no tiene discusión posible. Es un hecho corroborado por el dogmatismo ecologista, el fanatismo climático y por la presencia de Beatriz Corredor al frente de Red Eléctrica Española. Corredor es una perfecta incompetente, a la altura de los altos cargos del sanchismo que han colonizado las empresas públicas, semipúblicas y todas aquellas en las que el Estado tiene participación. No es diferente su caso del de otros enchufados y enchufadas del Gobierno cuya principal virtud es demostrar un desconocimiento oceánico de las tareas que supuestamente deberían dominar para acceder a sus cómodos y bien pagados puestos. Cierto, eso sí, que Corredor está en una escala muy superior y que su incompetencia puede tener consecuencias nefastas para el conjunto de la ciudadanía, como así se ha demostrado. Sus declaraciones sobre las competencias de la entidad que preside muestran un asombroso desconocimiento sobre los mecanismos del mercado eléctrico y las funciones de Red Eléctrica.
Estamos en manos de auténticos incapaces cuyos méritos se fundan en la adulación al jefe y en una fidelidad perruna. He ahí los casos de Óscar Puente y Óscar López, ejemplos esféricos de la misma clase de incompetencia que Teresa Ribera, Sara Aagesen y María Jesús Montero, entre otras.




