
Nunca habíamos estado confinados por una epidemia mundial provocada por un virus, pero había muchas películas basadas en ese argumento. Calles solitarias con hierba crecida entre las grietas del asfalto, animales salvajes fuera de su entorno preguntándose dónde demonios se habían metido los de dos patas sin pelo ni plumas.
Tampoco conocíamos del todo los rigores de un temporal propio de la alta montaña tibetana caído súbitamente sobre una ciudad de 7 millones de habitantes, pero también hemos visto películas histérico-climáticas capaces de meter un petrolero en el Manzanares por una insospechada subida del nivel del mar. En poco tiempo tuvimos la involuntaria oportunidad de vivir las dos pelis juntas y ahí nos vimos, yendo a la compra con mochila, gorro, botas de nieve y mascarilla a ver si quedaba algo en los estantes.
Una parte de la realidad resultaba familiar gracias al cine; otras, mucho peor, y en la mayoría de los casos, completamente distinta. Unas veces el ser humano sorprende por su capacidad de adaptación, altruismo y sacrificio; otras, por su vulnerabilidad, egoísmo y atolondramiento. Hay de todo, como en todas partes y momentos de nuestra historia.
Y entonces llegó el apagón.
—¿Es en casa? ¿Qué ha saltado?
—No, es en todo el edificio… espera… ¡en todo el barrio!
(…)
—Dicen que es todo Madrid… Y Valencia también, y por lo visto Murcia.
—Pues según el vecino es toda España, Portugal, Francia… Alemania…
¿Sabotaje ruso? ¿Los chinos? ¿Hackers? ¿El apocalipsis de San Juan? ¿Llueve sangre?
Seis horas después, y con la posibilidad de una invasión extraterrestre en las quinielas de los más productivos y menos responsables, habla el presidente. Solo él, sin preguntas:
…horas difíciles… coordinados… ejemplaridad… no hagan caso… el gobierno… bulos y falsedades malintencionadas… desinformación… no descartamos ninguna hipótesis… grandeza… blablablá… pseudomedios… resiliencia… desinformación… blablablá… progreso… canales oficiales… último esfuerzo… no usen el móvil más de la cuenta… blablablá…
Una pandemia, una nevada polar extrema, la trágica riada en Valencia y ahora el gran apagón… Hay algo inmutable: Pedro Sánchez es el presidente del Gobierno. Todo puede empeorar. Los bulos existen para llenar el silencio y echar la culpa al prójimo.
—Se acabó, se ha ido internet del todo. ¿Qué ha dicho entonces el presidente?
—Que no usemos el móvil, creo. ¡Pon la radio, corre! Cuidado, que apenas se ve.
—Tengo linternas: de cabeza, de mano y hasta farolillos de colgar
—¿Y pilas?
—No… se cargan por USB…
—Ya, y con qué…
—Vale, no tengo linternas
—Pues empieza a hacer frío otra vez… ¿le tienes mucho cariño a esa silla?
—El mismo que al sifonier de al lado. Pero entonces, ¿qué ha pasado?
Repasemos las explicaciones: las peligrosísimas nucleares no han podido con la demanda, las energías renovables que antes se llamaban alternativas pero que ya son prioritarias en el maldito mix no tienen la culpa de nada y además son muy estables pese a que una sólo funciona con sol y la otra sólo funciona con viento. Algo han hecho mal las empresas privadas, como con las universidades, como con los medios de comunicación, como con todo. Las privadas tienen que confesar, decir la verdad de lo que ha pasado, admitir los errores y pedir perdón, como al fiscal general. Y a David y a Begoña.
¡En Red Eléctrica no pueden estar a todo! Una tal Beatriz Corredor, que ya fue ministra con mi prínsipe, dice, la muy campechana, que no se sabe qué ha pasado pero que ya no volverá a ocurrir porque hemos aprendido, aunque no se sabe qué ha pasado, y que Red Eléctrica en realidad está de adorno porque no elige qué energía entra más o entra menos en el gazpacho eléctrico que nos arruina. Otra Beatriz, la de Libre Mercado, le recuerda que eso es mentir. Sí decide, sí. De hecho es la que reparte el cotarro, tan arbitrariamente como Negreira. Además, había un papelito en el BOE (17 de marzo de 2025) que un día habrá que esgrimir como confesión y que hablaba de lo que debe hacer Red Eléctrica en caso de una incidencia que podía darse, como se dio.
Y luego, los rusos, cuidado con los rusos porque el Gobierno mantiene abiertas todas las vías de investigación salvo la que conduce a la verdad. Hay que recuperar las balas de Marlaska por si la cosa se pone fea. ¿Las dos que enviaron a su despacho pasando todos los controles o los 15 millones de los israelíes que pagamos sin tenerlas? Menos mal que somos la referencia de China y Marruecos. Bueno, sin olvidar a Venezuela, que expropia y expropia y sabe un montón de apagones.
—Ya tenemos internet… Mira, hay un tuit de Moncloa
—Es un audio. A ver qué dice. ¿Tienes batería suficiente?
—A ver…
…He decidido tomarme unos días de reflexión para valorar si merece la pena tanto sacrificio personal y familiar… estoy enamorado… sigan los canales oficiales… blablablá… bulos y mentiras… derecha extrema… extrema derecha… desinformación… Fango… Franco…
La próxima peli será de zombis. Muertos vivientes que no hacen nada más que estorbar pero que no terminan de irse nunca, no hay manera de quitarlos de en medio.
