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De Cornellà a Israel

En cualquier caso, el pueblo ya ha juzgado. Ya van dos años seguidos que Israel gana la votación popular para Eurovisión en España.

En cualquier caso, el pueblo ya ha juzgado. Ya van dos años seguidos que Israel gana la votación popular para Eurovisión en España.
Yuval Raphael from Israel runs onto the stage with the flag during a rehearsal for the final show | Cordon Press

Voté por Yuval Raphael encontrándome en medio del grandioso concierto que los Estopa dieron el sábado en el festival Maleducats, en el Parc del Fòrum de Barcelona. Fui con mi amiga Blanca Navarro, que en breve se pone al frente de la Associació de Relacions Culturals Catalunya Israel (ARCCI). Estábamos votando las dos en nuestros teléfonos móviles por la representante israelí en Eurovisión cuando yo vi que me faltaban manos. Le pedí al chico que tenía al lado, al que no conocíamos de nada, pero se sabía todas las canciones de los Estopa, es decir, que era de la familia, que me sujetara no el cubata sino la cerveza a la que me acababa de invitar Blanca. Me la guardó con esa fraternidad que sólo se desata en sitios y momentos así.

Los Estopa cantaron como los ángeles de Cornellà que son, pero la verdad es que había momentos en que si se hubieran puesto en modo play-back no se habría notado porque el público les hacía los coros a pleno corazón y pulmón. Creo que fue más o menos entonces, en plena faena de votar por Yuval, cuando David Muñoz dedicó el siguiente tema a todos los presentes que cada día se levantan a las 6 am para ir a trabajar. Blanca, que así lo hace, pegó un agradecido respingo. Yo, que no lo hago nunca si puedo evitarlo —no porque no dé palo, eh: porque mis horarios son otros y porque a menudo me dan las 2 am delante de mi ordenador—, pegué otro al darme cuenta de la inmensa cantidad de asistentes al concierto que respondían con un rugido de reconocimiento. No eran ni uno, ni dos ni doscientos, sino unos cuantos miles de gente normal, sufrida, laboriosa, que no le cuentes historias ni le calientes la cabeza con chorradas.

Da gusto ir en Barcelona a un concierto donde no veas un mar de estelades, ni de pañuelos palestinos, ni de hipócritas cartelitos de "no a la guerra". ¿O era "no a la perra"? Con Irene Montero y sus zombies, nunca se sabe. En la cola para entrar, te miraban el bolso y te escaneaban la entrada, pero nadie te preguntaba: ¿y tú, de quién eres? ¿Ya has jurado adhesión inquebrantable a los sagrados principios del Movimiento Nacional Woke y contra el complot judeo-masónico? Habría de todo, como en botica, y es posible que el chico que me sujetaba la cerveza mientras yo votaba a Yuval, pensara o votara otra cosa. Pero allí estábamos todos juntos, disfrutando en libertad, con normalidad. Como debe ser en un festival de música, si no lo revientan terroristas de Hamas o robots del boicot sectario, pagado, eso sí, con dinero público. El boicot y la multa, que también la pagaremos todos.

¿Fue una triple provocación por parte de Israel primero existir y resistir, segundo participar en Eurovisión, tercero mandar allí a una joven cantante que se pasó más de siete horas haciéndose la muerta bajo sus amigos muertos de verdad, asesinados a sangre fría en el festival Nova? Juzguen ustedes si hay que llamar provocación a lo que es real como la vida misma, como la famosa raja de tu falda de los Estopa.

En cualquier caso, el pueblo ya ha juzgado. Ese mismo pueblo del que se llenan la boca —y el bolsillo— tantos comisarios políticos que luego resulta que no representan a nadie. Ya van dos años seguidos que Israel gana la votación popular para Eurovisión en España. El año pasado, sinceramente creo que eso pilló por sorpresa a los de siempre. ¿Quién les iba a decir que la gente puede pensar y votar lo que le da la gana, hacerles una pedorreta, casi casi un Dos de Mayo musical? Obviamente este año se habían conjurado para evitarlo a toda costa. Estarán perdiendo facultades porque el misil les ha salido por la culata. Lo siento por la pobre Melody, que, aunque no me interesa nada, ni ella ni lo que canta, seguramente no tenía la culpa de gran parte del revolcón que se llevó.

En resumen: aunque algunas de nuestras autoridades se empeñen en presentar a España como una unidad de destino en lo universal, asumiendo que el universo es antisemita y el Sol da vueltas alrededor de una Tierra plana y morada, el pueblo no sólo salva al pueblo —al nuestro y al de Israel—, sino que corrige el tiro y el mensaje para que el mundo de verdad nos entienda. Somos más, muchos más, los normales, los justos entre las naciones y las canciones, los libres de corazón que de verdad creemos que la oscuridad se desvanecerá, todo el dolor pasará, pero nosotros permaneceremos.

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