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El derecho de Israel a defenderse, pero no mucho

Si tan siquiera puede luchar para lograr que vuelvan a casa los 58 secuestrados en manos de Hamás desde hace 600 días, ¿a qué tiene derecho Israel?

Si tan siquiera puede luchar para lograr que vuelvan a casa los 58 secuestrados en manos de Hamás desde hace 600 días, ¿a qué tiene derecho Israel?
Estudiantes de la Facultad de Letras de la Universidad de Alicante. | EFE/Morell

La nueva fase de la guerra en Gaza que se ha iniciado hace poco y en la que Israel pretende tomar el control de toda la Franja –estoy seguro de que de forma temporal hasta erradicar a Hamás, pero este artículo no va sobre eso– está destapando una nueva oleada de rechazo, especialmente en Europa.

Curiosamente, mientras tanto los países árabes siguen manteniendo un perfil bastante bajo, al menos si lo comparamos con lo que habría sido una situación similar hace veinte o treinta años.

Por el contrario, en España el torrente está resultando, otra vez, especialmente intenso: con el Gobierno sumido en una sucesión interminable de problemas, Israel y los palestinos son la excusa perfecta para que se hable de otra cosa, ya sea por Eurovisión o por el último bombardeo a una escuela que funcionaba en realidad como un centro de operaciones de las organizaciones terroristas. Todo vale para que no pensemos en David Sánchez y el cobarde Gallardo.

Incluso algunas cabeceras periodísticas de la derecha se posicionan con editoriales más bien duros, lamentando la "injusticia" –¿qué injusticia?– y criticando con dureza a Netanyahu, pero olvidando algún pequeño detalle, concretamente 58 pequeños detalles: los rehenes que siguen en manos de Hamás, a los que no menciona, se ve que a ellos no les alcanza el "compromiso honesto con los derechos humanos" de algunos.

Muchos de estos críticos, en la política o en la prensa, afirman campanudos que por supuesto Israel "tiene derecho a defenderse" –otros ni siquiera eso, lucen un antisemitismo más desacomplejado– pero, claro, ese derecho no llega hasta cualquier lado, por ejemplo a recuperar a esos 58 compatriotas que siguen en manos de terroristas despiadados 600 días después. Repetiré la cifra para ver si así nos damos cuenta de lo que significa: 600 días torturados en una mazmorra en Gaza.

Y si no tiene derecho a luchar hasta que todos sus compatriotas secuestrados vuelvan a casa, ¿a qué tiene derecho Israel? Bueno, pues sí, a defenderse, pero sin pasarse: lo justo para que nuestras conciencias occidentales no sufran. No es que deban perder la guerra, claro, pero tampoco ganarla, no exageremos.

A estas alturas del artículo habrá quién esté deseando restregarme por la cara "la legalidad internacional". Bien, vamos a ello: la legalidad internacional pasa, por ejemplo, por el derecho de represalia, que te permite no sólo responder a una agresión previa causando al agresor un daño similar al que te haya causado él, sino a hacer lo suficiente para que en el futuro no pueda repetirse la acción que ha dado inicio al conflicto. Los líderes de Hamás se han hartado de decir que repetirían cientos de veces el 7 de octubre, por tanto eliminar de raíz a esa terrible organización terrorista –o al menos reducirla a una mínima expresión y apartarla para siempre del poder– es lo único que puede asegurar el logro de ese objetivo primordial e, insisto, legítimo.

Un objetivo que, pese a toda la propaganda, Israel persigue en unas condiciones de extrema complejidad, frente a un enemigo que no sigue ninguna de las normas de la guerra y, encima, con un esfuerzo excepcional para causar el menor daño posible a los civiles: díganme ustedes qué ejército de la historia ha advertido previamente de las zonas que iba a atacar pidiendo a sus habitantes que las evacúen antes de lanzar sus ataques, tal y como hacen las Fuerzas de Defensa de Israel, tal y como han hecho en esta misma ofensiva en Khan Yunis.

Limitar para siempre la capacidad de los terroristas de repetir del 7 de octubre y, por supuesto, lograr que vuelvan a casa todos los secuestrados, porque no olvidemos que la guerra podría haber terminado hace 500 días, hace 300 y hace cien, podría terminar mañana mismo, de hecho: bastaría con que se devolviese a los rehenes. Pero a Hamás, al contrario que le pasa a todos estos escandalizados occidentales que están tan preocupados por ellos, los palestinos le importan lo mismo que los israelíes: nada.

Periodista de Madrid, lleva más de una década en Libertad Digital como jefe de redacción, analista y fotógrafo. Escribe sobre política, economía e internacional y también de viajes y turismo.

Ha colaborado y colabora en distintos programas de esRadio como Es la Mañana de Federico o La Trinchera de Llamas y dirige y presenta el podcast 'El Placer de Viajar'. Anteriormente, trabajó en 20 Minutos y Periodista Digital y desarrolló distintas labores en portales de internet. Es autor del libro 'Lugares generalmente distantes', publicado por Anaya Touring.

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