
"La Guardia Civil prepara un atentado contra Sánchez". He ahí la esencia del último bulo del sanchismo para mantenerse en el poder. La cosa ha resultado tan burda que hasta una de las agencias propagadoras del embuste rectificó la "información". El viernes La Sexta informó sobre una conversación entre un excapitán de la UCO y un confidente sobre la intención de poner una bomba lapa al vehículo de Pedro Sánchez. Varios miembros del gobierno repicaron la falsa noticia. Tanto la portavoz del Ejecutivo, Pilar Alegría, como la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, y el ministro Óscar López se hicieron eco de esa información en los actos de partido que celebraron el sábado, a pesar de que la propia Sexta, el mismo sábado a las 14:30 horas, rectificó la información disculpándose por un error de interpretación. "No eran los interlocutores los que pretendían atentar contra el presidente del Gobierno sino ellos los que temían que atentaran contra ellos." Los medios de comunicación que divulgaron la patraña no han rectificado. Tampoco los ministros que propagaron el infundio han pedido perdón por tan grave acusación. Y, por supuesto, las grandes agencias de socialización política han pasado por encima del asunto.
Ese comportamiento muestra que la amplia corrupción hispánica, en verdad, el régimen totalitario que padecemos, está haciendo saltar todos los moldes convencionales y canónicos para que podamos analizar con rigor qué esta sucediendo en España. ¡Puede pasar cualquier cosa! Cuando nadie es capaz de prever en una sociedad el riesgo más inmediato, es que estamos ante un régimen totalitario. Nada es lo que parece. Tendremos que esperar a que en el futuro los historiadores nos descifren lo qué está sucediendo Y, por desgracia, sospecho que esa historia tendrá que sazonarse con fantasía; el misterio atravesará lo obvio; la realidad será ininteligible sin la mitología popular. Terrible. El totalitarismo, la dictadura sanchista, lo inunda todo. El hedor a muerte y miseria está en todas partes. Esto es peor que un final de gobierno. Está decidiéndose la muerte final de lo poco que queda de la España democrática.
En este contexto solo cabe celebrar la audacia e inteligencia de algunos periodistas denunciando el penúltimo infundio del sanchismo, mimesis exacta del régimen bolivariano de Venezuela y Cuba. Sí, la inteligencia crítica de este país, escasa pero aguerrida y brillante, sabe y divulga que los grandes medios de comunicación están muertos, porque el centro de su existencia está quebrado: ha desaparecido su función de crítica al poder. Han quedado sólo para arrastrarse por los lodazales de los poderosos. Forman parte esencial del régimen sanchista. Y, sin embargo, hay prensa crítica. Nadie duda de la existencia de excelentes periodistas que descubren un día sí y otro también tramas de corrupción, operaciones fraudulen tas 1 y, en fin, todo tipo de chanchullos para ocultar lo fundamental: el sanchismo es un régimen político tan perverso que no diferencia entre la sociedad y el Estado.
Esa prensa es el último refugio de los españoles. ¿Conseguirá imponerse a los grandes medios al servicio de Sánchez? ¡Podría ser! Pero, sin querer ser catastrofista, también en este ámbito de la creación de opinión pública política, hoy, estamos mucho peor que en los últimos años del tardofranquismo. Es otro signo para mantener que ya no vivimos en el régimen del 78 sino en un Estado cuasi totalitario . Nos vende por democracia una inmundicia sanchista. Es menester, sí, luchar no sólo por el cambio de gobierno sino también de régimen político.

