
Ahora que está tan de moda ver bulos hasta en los pucheros, estaría bien que una serie de presuntos periodistas, analistas y expertos, pero que más bien ofician de activistas de la inanidad, hicieran un buen repaso autocrítico de las burradas mayúsculas que llevan meses publicando, radiando o televisando sobre Israel.
Generalizando y simplificando: era pura filfa que Trump estuviera "hasta las narices" de Netanyahu y que Israel estuviera "cada vez más aislada". Sin el nihil obstat de la Casa Blanca (y de las potencias árabes medio normales), la ofensiva israelí contra Irán no habría sido concebible. Como tampoco debe ser casualidad que a la cautiva y desarmada Ucrania de Zelenski de pronto le crezcan los drones de película (¿made in Mossad?) para atacar a Putin, que Putin le pusiera un puente de plata a Assad para salir de Siria, que Hezbollah se esté ahora mismo quieta quietísima…y que Hamas haga cuanto está en su miserable mano para torpedear el reparto de ayuda humanitaria en Gaza después de que Washington y Tel Aviv le cerraran el chiringuito a los Santos Cerdán y Koldo de la ONU, los que llevaban años desviando toda la ayuda a alimentar las panzas y los túneles de los terroristas…
¿Tan difícil es contar las cosas como son, se opine lo que se opine de ellas? Quien esto firma, que nunca ha ocultado sus simpatías por Israel, cuando en su día tuvo que cubrir una rueda de prensa en la Moncloa con Arafat, se esmeró en hacer decentemente su trabajo. Hasta diría que me esmeré en tratar a Arafat con inmerecido guante de seda, tanto cuidado puse en no dejarme llevar por mis posibles prejuicios. Yo, cuando informo, informo, y cuando opino, opino. Pero incluso cuando opino, como ahora, intento hacerlo con conocimiento de causa, sin mentir, sin equivocarme a sabiendas y, sobre todo, sin hacer de tonta útil de un Estado fallido, asesino y misógino como el Irán de los ayatollahs, que ve las descerebradas campañas propalestinas de la bordeizquierda wokeoccidental como un arma de guerra más. Igual que no vacila en provocar salvajes crisis humanitarias en Gaza, también como arma de guerra. Los tan invocados civiles palestinos, ¿le importan de verdad un pimiento a quien tanto presume de defenderles? Porque yo creo que de esa gente me apiado más seriamente yo, y cualquier israelí que, por razones obvias, aspire a tener la fiesta en paz, que ningún caradura de Egipto, de Qatar, de Jordania…o de la happy selfie pandi de Greta Thunberg. Esa que juega a que la secuestran, pero luego se niega a ver el vídeo que muestra con todo detalle qué les pasa a las víctimas de los secuestros de verdad.
Menos inventar genocidios donde no los hay y más reconocer el que de verdad tenemos delante de las narices: hasta los más lameculos de los lameculos admiten que "está difícil" procesar al gobierno Netanyahu por genocidio mientras no se acredite la "intención" expresa de exterminar a todo un pueblo o colectivo. No otra cosa dice la legalidad internacional que todo el mundo cita y nadie cumple. En cambio, fíjense, sólo hay que leerse la carta fundacional de Hamas o las arengas del régimen iraní para apreciar en technicolor que la destrucción total y absoluta de Israel está en el meollo de su ideario. ¿Qué creen que significa eso tan progrechachi de "del río al mar"? Otra cosa es que tengan la intención de perpetrar un genocidio, pero no la capacidad de lograrlo.
Miren, no se trata del y tú más, o de estás conmigo o contra mí. Si de verdad queda alguien que ame la paz, que le preocupe la gente y que quiera impedir que el descarnado choque frontal entre Irán e Israel tenga espantosos alcances globales, empiecen por DEJAR DE MENTIR. Así de claro y en mayúsculas. Nada facilita tanto que las cosas se vayan de madre como ponerse unas orejeras para no verlas y luego hacerse los sorprendidos. ¿Verdad, Pedro? Que haya líderes corruptos y mentirosos -no sólo en los países que acabo de mencionar…- digamos que por desgracia se entiende. Menos se entiende que haya quien, teniendo la obligación de verificar y fiscalizar lo que hacen y dicen esos líderes, apuntale relatos indefendibles. Sea porque le pagan por ello, sea por no admitir que se equivocó, sea porque directamente no tiene ni idea. Ni ganas de tenerla. El mundo no es perfectamente de izquierdas ni de derechas. La verdad no es patrimonio exclusivo de nadie. La mentira, en cambio, es de todos. Del que la dice y del que se la cree. Sobre todo, viviendo en la época de la Historia donde más información está al alcance de más gente, a poco interés que se ponga en encontrarla y en comprenderla.
