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Cae el cabecilla de la organización criminal sanchista

Pedro Sánchez jamás habría llegado al gobierno sin el trabajo sucio de Santos Cerdán, al que encargó las negociaciones con el prófugo Carles Puigdemont para conseguir los 7 votos de Junts en la votación de investidura.

El magistrado del Tribunal Supremo, Leopoldo Puente, envió ayer a prisión incondicional y sin fianza a Santos Cerdán, mano derecha de Pedro Sánchez y hombre fuerte del partido socialista hasta hace tres semanas. El ingreso en la cárcel de Cerdán se produce a petición del fiscal del caso y ante el riesgo evidente de fuga y de destrucción de pruebas, estando las investigaciones judiciales en una fase todavía preliminar.

El auto del magistrado instructor detalla la operativa de la organización criminal integrada (que sepamos), por Santos Cerdán, Koldo García y José Luis Ábalos, siendo el primero el que ejercía una "relación vertical, de cierta preeminencia" sobre los otros dos, puesto que era "el encargado en la organización de distribuir entre sus miembros los ilícitos frutos obtenidos con la posible comisión de los hechos delictivos que a todos ellos se atribuyen".

La entrada en prisión de Santos Cerdán y los argumentos esgrimidos por el juez destrozan la estrategia defensiva de los socialistas, en un asunto de corrupción que afecta directamente a la cúpula del partido. No es posible que sus dos últimos secretarios de organización se estuvieran enriqueciendo de forma tan palmaria, influyendo en las decisiones de distintos ministerios y empresas públicas y cobrando mordidas de todo tipo, sin que nadie se enterara en la cúpula del Gobierno y del PSOE. Lo que ocurre, más bien, es que las sospechas de que una parte de esas comisiones iban al partido van adquiriendo verosimilitud, a tenor del mimo con que Sánchez y sus colaboradores directos han tratado a los implicados, hasta que el último informe de la UCO hiciera imposible seguir con la pantomima.

El número dos de Pedro Sánchez en el PSOE interpretó ante el magistrado y el fiscal el papel de víctima de un presunto fango mediático y llegó a justificar sus problemas judiciales por su protagonismo en la creación de "gobiernos progresistas". La estrategia defensiva no puede ser más ridícula pero, sin embargo, pone de manifiesto un detalle fundamental en el entramado destapado con el caso Koldo, como lo es la preeminencia de Santos Cerdán en el seno del PSOE, sin cuya influencia no hubiera sido posible un nivel de corrupción de tales proporciones. Por otra parte, Pedro Sánchez jamás habría llegado al gobierno sin el trabajo sucio de Santos Cerdán, al que encargó las negociaciones con el prófugo Carles Puigdemont para conseguir los 7 votos de Junts en la votación de investidura. Fingir ahora que no conocían al personaje y que el PSOE es ajeno a los enjuagues que se llevaban a cabo en su nombre es un sarcasmo con un recorrido judicial de muy cortos vuelos.

Desde ayer parece claro que Cerdán, Ábalos y Koldo García integraban una organización criminal dedicada al tráfico de influencias. Queda por saber hasta qué punto el PSOE se benefició de las operaciones de estos presuntos delincuentes que operaban en el seno del partido, al que han seguido vinculados hasta que el escándalo se los ha llevado por delante.

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