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El principal deber de la oposición a Sánchez sigue pendiente

La principal tarea pendiente de la oposición es articular un entendimiento PP-Vox sin el cual no existirá, ni en 2027, una alternativa real a Sánchez

Sólo por aquello del "que por mí no quede", nada habría que objetar a que Alberto Nuñez Feijóo haya reiterado su oferta de presentar una moción de censura aun cuando nosotros no creamos que vaya a caer la breva de que un puñado de diputados que hasta ahora han sostenido a Sánchez fueran súbitamente a sumarse a Vox en apoyo de la iniciativa del líder del PP. Ahora bien. Al margen de ser conscientes de que Sánchez es ahora más que nunca una exprimible ganga para todos aquellos nacionalistas, golpistas, proetarras y militantes de la extrema izquierda que lo auparon a la presidencia, el principal deber de la oposición a Sánchez no es dejarse llevar por quimeras – y menos, aun dar pasos en falso- en pro de una moción de censura con garantías de desbancar al nihilista presidente del gobierno; ni siquiera una destinada meramente a hacer pedagogía y denuncia política, tal y como plantea Vox. La principal tarea pendiente de la oposición es articular un acercamiento y entendimiento entre las dos formaciones políticas sin los cuales, tal y como aseguran todos los sondeos, no existirá, ni ahora ni en 2027, una alternativa real al Gobierno de Pedro Sánchez. Con ello nos referimos a normalizar los contactos entre PP y Vox para hacer desde ya pedagogía y una labor de comunicación en defensa del derecho, el deber y la extrema necesidad de que estas dos formaciones, llamadas a entenderse, lo hagan. Con ese entendimiento no nos referimos necesariamente a la posibilidad de un futuro gobierno de coalición PP-Vox pero es evidente que algún tipo de acuerdo, bien sea de legislatura o de investidura, habrá de producirse según unos sondeos que de forma unánime dictaminan que ambas formaciones sumarían una amplia mayoría absoluta pero que ninguna de ellas podría gobernar sin el apoyo o cuanto menos la condescendencia de la otra.

Soñar con que Vox, llegado el caso, entregaría gratis et amore su apoyo a Feijóo, como soñar con una conversión súbita de algunos nacionalistas ante la corrupción del PSOE, como -no digamos ya- soñar con que un PSOE liberado de la tutela de Sánchez podría en el futuro dejar al PP acceder al Gobierno condicionándolo a que no pactara nada con Vox, no son más que suicidas insensateces destinadas, no a combatir, sino a huir de la más grave mentira institucionalizada de nuestro país como es la de que pactar con Vox es equiparable a hacerlo con formaciones anticonstitucionalistas como puedan serlo Esquerra, Junts o los bilduetaerras. Y para combatir esa mentira -tanto o más letal para el PP que para Vox- es necesario no sólo que el partido de Feijóo abandone un desnortado centrismo o el mito de ser el honrado y buen gestor de la socialdemocracia, sino también es necesario que Vox abandone sus pulsiones nacionalsindicalistas -el socialismo, aunque se vista de azul, en socialismo se queda- y recupere sus cada vez más perdidas señas de identidad liberal-conservadoras.

Mientras tanto, y aunque haya sido de forma ridículamente cuasi clandestina, bien está que se hayan producido contactos entre Feijóo y Abascal, y que tanto PP y Vox hayan rechazado tajantemente una moción de censura contra Sánchez que pasara por reunirse con el golpista prófugo de la justicia, Carles Puigdemont. Otro tanto cabe decir del PNV, formación conservadora que lo sacrifica todo a sus pulsiones identitarias y soberanistas.

Algo es algo. Pero es necesario mucho más para desbancar a Pedro Sánchez incluso en 2027.

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