
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha anunciado la creación de una "Agencia de Integridad Pública" independiente. Esa es su gran medida para afrontar los casos de corrupción de su familia, de su partido y de su Gobierno. En vez de colaborar con la justicia, el líder del PSOE pretende suplantarla. De ahí esa "agencia", otro chiringuito pagado con fondos públicos, otra empresa en la que enchufar sobrinas, otro momio para cobrar sin que haga falta saber ni dónde tiene uno el despacho. Habrá que estar muy atentos a la composición de semejante artefacto, ideado para eliminar a la Guardia Civil. No es descartable en absoluto que el primer responsable de la cosa acabe condenado por desvío de fondos, tráfico de influencias, malversación, cohecho, amenazas y corrupción en los negocios, entre otros posibles delitos. Ya suena para el cargo Miguel Ángel Gallardo, el socialista extremeño. Son capaces de eso y más. Lo han demostrado.
Se sabe que Sánchez tiene un rostro de hormigón armado y se intuía que sus socios y aliados no le iban a dar la espalda en momentos tan difíciles y cruciales, pero se ignoraba hasta qué punto Yolanda Díaz y Gabriel Rufián serían capaces de arrastrarse por los suelos y suplicar a su amado líder que siga. Díaz ha proclamado la presunta limpieza y honradez de Sánchez con más convicción que el propio interesado, lo que siempre es sospechoso. Y Rufián ha fallado que si es solo por tres chorizos, Sánchez debe continuar. ¿Tres chorizos? El portavoz de Junqueras se hace trampas al solitario. En el entorno de Sánchez hay más de tres chorizos, muchos más.
Hasta al propio presidente le ha tenido que sorprender la vehemencia de Yolanda Díaz y Gabriel Rufián en su defensa, la aceptación sin remilgos de que sin Sánchez no son nada y que solo con Sánchez pueden seguir medrando muy por encima de sus posibilidades. Está apuntalado. Es cierto que ya no depende de sí mismo, que otro informe de la Guardia Civil podría asestarle un golpe definitivo, pero hasta en esa hipótesis sus socios y aliados parecen dispuestos a convertirse sin problemas en cómplices de más mordidas y de más abusos contra las mujeres, de más amaños de obras y contratos y de más trata de blancas a saco.
Para los independentistas catalanes y vascos, para la izquierda a la izquierda del PSOE y para gran parte del PSOE, lo de Ábalos y Cerdán, lo de Begoña, el hermano músico y el fiscal general son daños colaterales que no deben apartarles de su objetivo principal, que es la destrucción de España, la demolición de su arquitectura democrática y la desaparición de toda forma de alternativa política. Parecerá que Sánchez y sus cariacontecidos ministros están muy consternados y preocupados, decepcionados incluso y hasta con ellos mismos, pero es pura pose. Están a lo suyo y por dentro les da la risa. Lo del ingreso en prisión de Cerdán ha sido un accidente. Ya van reponiéndose del susto. Seguimos para bingo es la consigna. Marchando una "agencia de integridad"... ¿Y la UCO? Que se preparen.
