La izquierda y el cupo catalán
El cupo catalán, con su interminable ristra de agravios para el Sur, terminará convirtiendo a Andalucía y Extremadura en dos clones electorales de Galicia
Voy a empezar este artículo con una afirmación fatalista y con la que la gran mayoría de mis lectores discreparán. Esa sentencia fatalista es la que sostiene que Andalucía y Extremadura seguirán siendo los territorios más pobres de la España peninsular cuando finalice el siglo XXI. Pues si algo nos enseña la historia económica es que la pobreza y la riqueza siempre residen en los mismos lugares. Nunca se mueven de su sitio. Así, el 99% de los territorios de Europa que ya eran pobres a principios del siglo XIX, siguen siendo pobres a principios del XXI. Y viceversa, las regiones que eran ricas hace doscientos años, lo continúan siendo hoy. Lo mismo ocurre con la mayoría de los países, por cierto.
Comprender esa lección empírica de la historia, es comprender que la España meridional va a seguir necesitando, y de forma crónica, la intervención niveladora del presupuesto estatal para poder ofrecer servicios públicos homologables a sus habitantes. Algo que dejará de resultar financieramente viable si se implanta en Cataluña un régimen tributario más o menos parecido al vasco-navarro. Porque la Economía no es un juego de suma cero, pero la Hacienda Pública sí lo es. Tal régimen diferencial resultará inviable ya de entrada, pero su capacidad para generar enormes tensiones territoriales se agravará mucho más a medida que pase el tiempo.
Y ello a causa de las explosivas tendencias demográficas que experimenta Cataluña, una demarcación que va a saltar de seis millones de habitantes a diez millones en apenas treinta años. Una genuina barbaridad. Políticamente, ¿qué va a significar ese cambio de los equilibrios espaciales de los territorios ibéricos, el implantado tras la Transición? Yo lo intuyo muy evidente, a saber: el cupo catalán, con su interminable ristra de agravios financieros para el Sur, terminará convirtiendo a Andalucía y Extremadura, feudos clásicos del PSOE, en dos clones electorales de Galicia. O sea, en territorios periféricos donde, pase lo que pase, la derecha ganará siempre. Lo de los regalos fiscales al secesionismo le va a salir carísimo a la izquierda española. Si no, al tiempo.
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