
También en política exterior Trump van ganando. O mejor dicho ha ganado a todos sus contrincantes en sus seis meses de gobierno. La última prueba del poderío de Trump está a la vista del mundo entero. Los obtusos que vienen culpando a Trump de haberse rendido a Putin por la guerra de Ucrania, harían bien en tomar nota de los dos submarinos de guerra que acaba de mandar a "ciertos lugares" de Rusia (hoy desconocidos para la opinión pública) ante la amenaza del "segundo" de Putin de entrar en una guerra nuclear con EE.UU. Algo que es, en mi opinión, actualmente casi imposible. Entre otras razones, porque Rusia tiene más palabrería que armamento; la Rusia de Putin, como la Rusia soviética, tiene más ideología y propaganda sobre la guerra nuclear que fuerza real; ningún experto independiente y serio en el mundo considera que Rusia tenga armamento nuclear para enfrentarse a EE.UU. Seamos, pues, serios y no nos dejemos llevar por los señuelos de los llamados países que conforman el eje del mal en el mundo.
Mentiras y más mentiras es lo que tiene Putin para seguir en el poder. A Trump el ruso ya no se la pega. Pero, por si acaso, el mandatario norteamericano ha tomado la delantera y le manda un regalito al dictador del Kremlin para que se vaya preparando de lo que se le viene encima. Esto no ha hecho más que empezar. Trump se ha cansado del rollo de Putin. Medvédev, una marioneta de Putin, ha amenazado con ir a la guerra contra EEUU, y Trump no se lo pensó dos veces: ordenó desplegar dos submarinos nucleares ante lo que considera unas "provocadoras declaraciones" del expresidente ruso Dmitri Medvédev, sobre una posible guerra nuclear entre ambos países. Esa provocación fue, pues, respondida no sólo con acción sino también con discurso, pues que fue el propio Trump el encargado de decirle al ruso que " las palabras son muy importantes y, a menudo, pueden tener consecuencias imprevistas; espero que este no sea uno de esos casos".
La advertencia de Trump es seria, pero sobre todo, reitero, debería dejar enmudecidos a todos aquellos periodistas occidentales que vienen acusando a Norteamérica de haberse puesto al servicio de Putin en la guerra de Ucrania. Es obvio que Trump en esta guerra ha hallado más obstáculos de los que nunca había imaginado, cuando prometió a sus votantes que acabaría en poco tiempo con ella. Las posiciones duras e intransigentes de los lideres ruso y ucraniano han obligado a Trump a tomarse más tiempo del previsto para convencer a ambas partes para acabar la guerra y negociar la paz. Porque seis meses es demasiado tiempo para la críticos de Trump, creen que el presidente de EE.UU. ha fracasado en la mediación. Falso. Porque es una realidad que el proceso de negociación, más allá de la valoración que hagamos del mismo, ha comenzado. No es poco, cuando hablamos de un actor, como Putin, un tipo duro, un criminal forjado en el espionaje contra las democracias occidentales, incapaz de negociar nada que no sea imponer su santa voluntad.
Sí, sí, Putin es un tipo comparable a los líderes de Hamas en Palestina. Es uno de esos personajes terribles de la historia de Rusia incapaz de ceder y negociar nada en favor de su pueblo. Para Putin la guerra es vital, necesaria, para mantenerse en el poder. Sin embargo, Trump le ha torcido la mano y ha conseguido llevarlo a una mesa negociadora. El proceso de paz, pues, está iniciado y eso no lo pueden negar ni los más duros críticos de Trump. Ha habido ya tres encuentros "directos" entre las delegaciones rusa y ucraniana, algo inimaginable hace unos meses, para elaborar un proyecto de cómo parar la guerra y negociar un acuerdo de paz justo y duradero. La mediación de los EEUU, o sea, las habilidades negociadoras de Trump, de sus ministros y asesores, aunque lo duden los listos occidentales, han demostrado su eficacia, y las partes enfrentadas han comenzado el proceso negociador. En fin, quienes desprecian la política exterior de Trump harían bien en tomar nota no sólo de las habilidades negociadoras de EE. UU., sino también del envío de los dos submarinos de guerra a Rusia que, seguramente, ayudarán a Putin a terminar con esta guerra. El despliegue de los dos submarinos es no sólo una medida preventiva para proteger a los ciudadanos de EE.UU., sino una seria advertencia para que Putin acabe con la guerra de Ucrania.
