
13 El Señor le dijo: Tienes que saber que tus descendientes emigrarán a una tierra extranjera. Allí serán esclavizados y maltratados durante cuatrocientos años.
14 Pero yo juzgaré a la nación que los esclavizará…
16 Sólo a la cuarta generación tus descendientes volverán aquí, porque hasta ahora no se ha colmado la iniquidad de los amorreos.
Es el Pacto de las Mitades por el que Dios le promete a Abraham que regresará a la tierra de Canaán, pero no hasta que se hayan sucedido cuatro generaciones. Cuando quienes la ocupan hayan pecado lo suficiente y su maldad sea total.
El 7 de octubre de 2023, los amorreos del siglo XXI, trastornados por su abyección y acatando las ordenes de los predicadores del mal, de los ayatolás, traspasaron un umbral sin retorno. Gur Laish -coronel en la reserva- era director sénior de la Oficina de Estrategia del Consejo de Seguridad Nacional de Israel cuando escribió -en la primavera de 2012- La iniquidad de los amorreos: un análisis comparativo de las estrategias de Israel y Hamás en Gaza (Military Strategy Magazine, vol. 2-2).
"La estrategia de Hamás no constituye una amenaza existencial para Israel, ya que conlleva una limitación inherente. Un éxito excesivo la llevará al fracaso: el Efecto de la Iniquidad Amorrea".
Explica el señor Laish que mientras el terrorismo se mantenga en unos niveles limitados o contenidos, la respuesta de las Fuerzas de Defensa de Israel será proporcionada. Hamás continuará con sus actividades sin que esto le suponga ningún avance en el logro de los objetivos que persigue. Una suerte de ten con ten entre el Estado democrático y la organización islamista. Y añade: "En un escenario como el descrito lo que se pone a prueba es la capacidad de las partes para resistir ataques y no su fuerza relativa." Once años habían transcurrido desde este análisis cuando, en octubre de 2023, la organización terrorista Hamás cambió radicalmente de estrategia.
Quince días antes de consumarse la iniquidad -el 22 de septiembre- Benjamín Netanyahu había anunciado ante la Asamblea General de Naciones Unidas que estaba a punto de lograrse un acuerdo histórico entre su país y Arabia Saudí. "Esa paz contribuirá en gran medida a poner fin al conflicto árabe-israelí y alentará a otros Estados árabes a normalizar sus relaciones con Israel", informaba UN News. Añadía que también mejorarían las perspectivas de paz con los palestinos.
El 29 de septiembre la agencia Reuters, citando "fuentes regionales", aseguraba que la normalización se produciría entre Israel y Arabia Saudita y que "si los palestinos se oponen, el reino seguirá su camino. Como parte del acuerdo, la Autoridad Nacional Palestina podría recibir un enorme flujo de ayuda saudí, así como concesiones israelíes que no llegarían a constituir un Estado, continuaba el despacho de Reuters.
En esa misma fecha, John Kirby -portavoz del Departamento de Estado de los EE.UU. - declaraba que "todas las partes han llegado a un acuerdo básico sobre lo que podríamos lograr" en medio de un esfuerzo continuo por incorporar al reino sunita a los Acuerdos de Abraham. Faltaba por producirse un hecho histórico. Cuatro días antes de la masacre, un miembro del Gobierno israelí -Shlomo Karhi, ministro de Comunicaciones- pronunciaba por primera vez un discurso en Riad. "Ninguno antes, segundo ministro en una semana", titulaba The Times of Israel.
¿Tiene derecho a existir Israel? El 15 de septiembre de 2020, en la Casa Blanca y con Donald Trump de anfitrión, Emiratos Árabes Unidos y Bahréin lo aceptaban y formalizaban sus relaciones con el Estado judío. Se firmaban -con el primer ministro Netanyahu- los Acuerdos de Abraham. Posteriormente lo harían Marruecos y Sudán. Un éxito de la diplomacia israelí. La incorporación de Arabia Saudí era decisiva para la creación de una alianza regional contra Irán. Rediseñar profundamente Oriente Medio y hacerlo avanzar hacia la paz. El brazo terrorista de los ayatolas en Gaza lo frustró, masacrando y secuestrando a ciudadanos israelíes.
Seguramente, el coronel en la reserva Gur Laish, en sus análisis de la estrategia de Hamás, no podía imaginar un acto tan inhumano. En La iniquidad de los amorreos analiza las consecuencias de un ataque terrorista que ha "tenido demasiado 'éxito' (más víctimas)". Obligando a la parte israelí a responder con más intensidad y aplicar represalias graves. Entonces, "la legitimidad de la acción de Israel aumenta, lo que elimina algunas de las restricciones al uso de la fuerza militar. Los daños causados a Hamás y a la población civil, a las infraestructuras de Gaza tras el colapso de la 'defensa humanitaria', son inmensos y severos: ¡el pecado de los amorreos ha alcanzado su máxima expresión!".
Continuará.
