Este 5 de agosto se han cumplido 86 años del fusilamiento de las Trece Rosas, efeméride que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, fiel a su memoria, ha conmemorado en la red social X. El líder socialista ha hecho votos para que los nombres de las jóvenes de las juventudes socialistas ejecutadas en 1939 no sean "borrados de la historia". No habría nada que objetar si el mensaje lo hubiera emitido Sánchez en calidad de secretario general del PSOE, pero que lo haga como presidente del Gobierno plantea dudas de todo tipo. Éticas, morales, políticas incluso.
"Adelina, Ana, Blanca, Carmen, Dionisia, Elena, Joaquina, Julia, Luisa, Martina, Pilar, Victoria y fueron asesinadas por defender la democracia, la justicia y la libertad", ha escrito Sánchez en su ya "tradicional" mensaje del 5 de agosto desde la residencia de verano de La Mareta. Este debía haber sido el año Franco según los planes de Sánchez, la apoteosis del comodín de la momia, un acto por día en cada ciudad, en cada pueblo, en cada barrio. Para Sánchez debe ser una verdadera lástima que los casos de corrupción que le rodean hayan impedido dedicar el año a la "memoria" histórica, un especial "Franco on tour" para alertar a las nuevas generaciones sobre los peligros de la extrema derecha y la derecha extrema.
Se van a cumplir el próximo 20 de noviembre los cincuenta años del fallecimiento de Franco en la cama y la ocasión está pasando de largo a causa de la corrupción, de la esposa, del hermano, del fiscal general, de sus secretarios de organización, de la amnistía, del cupo catalán y de los informes de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil, entre otras vicisitudes como el gran apagón del 28 de abril, desastre que no hay "terrazas llenas" que haga olvidar.
El pasado 13 de julio se cumplieron 28 años del asesinato de Miguel Ángel Blanco, concejal del PP en Ermua (Vizcaya). Miguel Ángel fue secuestrado por la ETA el 10 de julio de 1997 y asesinado tres días después. Fue la respuesta de la banda terrorista a la liberación por parte de la Guardia Civil de José Antonio Ortega Lara, funcionario de prisiones que pasó 532 enterrado en un zulo sólo un poco más amplio que un ataúd.
En el 28 aniversario del asesinato de Blanco, la cuenta de Pedro Sánchez en X no registra actividad alguna. Ni postea, ni retuitea ni nada de lo que se pueda hacer en las redes. "Que la memoria gane al olvido", ha escrito Sánchez este 5 de agosto. Y que el relato no gane a la verdad. La banda terrorista no discriminaba entre socialistas y populares. Mataba por igual. Y las Ttrece Rosas fueron unas desdichadas como tantas otras víctimas del bando contrario. Ninguno de los estudios rigurosos sobre la Guerra Civil presenta al bando republicano como la encarnación de la razón política frente a la barbarie nazi.
Si las Trece Rosas merecen que se las recuerde, también los asesinados en nombre de la República en Paracuellos, Aravaca, la Casa de Campo o la carretera de la Rabasada en Barcelona. Y aún más las víctimas de la ETA, que mató a más de ochocientas personas. Aún hay crímenes de la banda sin resolver, pero los jóvenes vascos nacidos a partir de finales de siglo pasado no saben quién fue Miguel Ángel Blanco. Por no hablar de Fernando Buesa, Florián Elespe y tantos otros. Seguramente tenga que ver con el hecho de que todas las leyes de memoria histórica en España están inspiradas por los socios proetarras del socialismo.

