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José García Domínguez

El chiringuito de José Blanco

Lo único claro a propósito de Acento es que sus adscripciones personales no se limitan, más bien todo lo contrario, al llamado sanchismo.

El exministro José Blanco en un acto público en junio de 2025. | A. Pérez Meca / Europa Press

Es posible que Miguel Tellado, el novísimo secretario general del PP, todavía no sea consciente de la profundidad del charco sobre el que acaba de saltar al referirse a Acento, ese chiringuito dizque empresarial que comanda José Blanco en compañía de terceros de "muy surtido pelaje", como -literal- "una pieza más del entramado de corrupción sanchista". Y es que lo único claro a propósito del mentado foco de presunta corrupción es que sus adscripciones personales no se limitan, más bien todo lo contrario, al llamado sanchismo. En cualquier caso, lo en verdad relevante de esa polémica pública, la generada a propósito del papel del chiringuito en la concesión a Huawei de contratos vinculados a actividades sensibles relacionadas con la seguridad nacional de España, es que, legalmente, resulta imposible conocer nada al respecto.

Sí, es imposible. Y es imposible porque la legislación está diseñada de modo expreso para que resulte imposible. He ahí un ejemplo de esfuerzo institucional consciente y deliberado en pos de la oscuridad más turbia. Así las cosas, nos cabe acusar recibo, ya que se trata de información de libre acceso, de que políticos y allegados de políticos de casi todos los partidos españoles figuran ahora mismo en nómina del chiringuito. Pero no podemos saber, por ejemplo, si el chiringuito mantiene en este instante alguna relación contractual con la multinacional Huawei dentro de territorio español.

Nos consta, sí, que esa empresa china, junto a la embajada del Reino de Marruecos, constituyó en su día una de las principales fuentes de facturación y recursos financieros de ese negocio personal del ex secretario de Organización del PSOE en tiempos de Zapatero. Pero solo lo hemos podido saber gracias a que en el Parlamento Europeo, donde el chiringuito transversal se prodiga en tareas de lobby, existe la obligación inexcusable de hacer transparente esa misma información que en España las normas al respecto se encargan de ocultar a la mirada indiscreta de la opinión pública. Observando tal panorama, ¿cómo no iban a animarse a saltar al ruedo unos chorizos de tercera regional como Koldo y sus compadres?

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