
Por primera vez, y no sólo en los resultados de las encuestas del CIS sino en la propia historia de España, un partido de extrema derecha resulta ser el grupo político con el que más se identifican los trabajadores desempleados, la mayoría de los asalariados autóctonos con menores ingresos monetarios y, en general, los votantes que se perciben a sí mismos como pobres. Sólo era una simple cuestión de tiempo que ocurriese aquí lo que ya pasa desde hace años en casi todos los rincones del Occidente antes desarrollado y ahora decadente, desde Estados Unidos a Italia, desde Francia a Alemania y desde el Reino Unido a Hungría. Y ese tiempo ha pasado.
La llegada de la gran transformación, la larga marcha de las capas populares desde la izquierda clásica hacia el nuevo populismo ultra, se ha demorado en España, pero finalmente ya la tenemos también aquí. En todos esos lugares, el partido de los perdedores de la globalización, el de las víctimas del libre comercio y de unas fronteras abiertas a la inmigración masiva que hunden sus salarios en la miseria, resulta ser de modo invariable alguna formación local más o menos emparentada con la extrema derecha. Y entre nosotros, se puede afirmar, ahora sí, que ese partido, el Partido Obrero, se llama Vox. Tenía que suceder y ha sucedido.
En el novísimo eje de coordenadas que define la confrontación política en Occidente, el que empieza a adoptar España, la izquierda representa, sobre todo, a la masa creciente de los graduados universitarios tolerantes, cosmopolitas y sin gran patrimonio económico, amén de a las minorías, empezando por los gays. La izquierda de ahora es algo así como el partido de la baja aristocracia del Antiguo Régimen, el los hidalgos posmodernos que se horrorizan ante los gustos vulgares y la mentalidad antigua y patriarcal de una clase obrera con la que no comparten ninguna afinidad estética ni cultural. Los obreros, a sus ojos, son "esa gente horrible", que decía Hilary Clinton. Asistimos a una revolución. Pero solo un insensato se podría alegrar de que esté ocurriendo.
