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No es pragmatismo, es un estilo

Trump, como los grandes poetas, trae un nuevo estilo. Es un estilo. Ha sido un ejemplo, la reunión que mantuvo con Zelensky.

Trump, como los grandes poetas, trae un nuevo estilo. Es un estilo. Ha sido un ejemplo, la reunión que mantuvo con Zelensky.
Donald Trump este sábado en el Vaticano | Europa Press

Donald Trump ha vuelto a dar otra lección política al mundo entero. Ha contribuido de modo directo a terminar con seis guerras. Y pronto dará el paso definitivo para que Ucrania y Rusia firmen una paz duradera. Y, sin embargo, la opinión pública mundial, controlada por la izquierdona totalitaria y la derechona dogmática, aún no quiere enterarse de la novedad que ha traído al mundo la nueva Administración norteamericana. No seamos demasiado duros con la falta originalidad de esos "creadores" de "opinión pública", entre otras razones, porque ellos no tienen voluntad de comprender qué está pasando. La ideología les impide entrar en la realidad. Llevan en vena la estulticia de tres siglos de "idealismo". De propaganda. Su Ego es tan extenso como ridículo. Además, hace tiempo, que renunciaron a crear nuevas categorías, en fin, son tozudos, viejos y resabiados para ensayar otra forma de vida que les permita pensar lo real. La historia. Trump hace historia cada día. No repite. Inventa.

El estilo de Trump no halla demasiadas cabezas que lo asuman. Les cuesta entrar en la nueva luz. ¡Ya entrarán! Trump, como los grandes poetas, trae, sí, un nuevo estilo. Es un estilo. Ha sido un ejemplo, una manifestación, en realidad, una Epifanía de ese estilo, la reunión que mantuvo con Zelensky y los otros jefes de gobierno de Europa. No fue una exhibición de fuerza, como ha dicho la derechona, ni menos aún la actuación de un histrión, como acostumbran a repetir los medios totalitarios de la izquierdona. Fue, sencillamente, la actuación de un gran hombre de Estado. Es algo más que un negociador. Algo más que un pragmático hombre de negocios. Algo más que un "político" al uso. Es, sí, mucho más que todo eso, fue la actuación de un Político con mayúscula. Este tipo de personajes se dan muy pocas veces en la historia. Si la caverna no termina pronto con él, Dios no lo quiera, el mundo será, o mejor, ya es mejor con él, e infinitamente mejor que con Biden y la patulea de la izquierda del Partido Demócrata.

¿Quién hubiera pensado hace seis meses, antes de la llegada de Trump a la Casa Blanca, que Putin y Zelensky se pondría a negociar el final de esta guerra? Pocos "creían" en Trump. Por fortuna, entre esos pocos, estaba yo, o sea, mis argumentaciones en esta página web. De ahí mi contento y satisfacción por la fantástica recepción que Trump le dio a Putin (o quizá a su doble o triple, para el caso da igual) en Alaska; le puso alfombra roja y lo montó en la Bestia, fue toda una exhibición de alta diplomacia, una sutileza para "embarcar"al primer representante del único invento de la izquierdona mundial: la agitación y la propaganda. La política, la gran política, le ha ganado por goleada a la propaganda. Putin, la quintaesencia del comunismo soviético, o sea de la ideología y el engaño mundial, reía como un niño feliz montado en la Bestia al lado de Trump. Esa imagen de Putin será histórica. Salvando las diferencias, pasará a la historia como el cuadro de Velázquez: La rendición de Breda.

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