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¿Qué hacer?

Para cuando sean las elecciones, el presidente del PP tiene que haber decidido hacia donde tirar estratégicamente.

Para cuando sean las elecciones, el presidente del PP tiene que haber decidido hacia donde tirar estratégicamente.
Alberto Núñez Feijóo, tras una comparecencia en Génova. | EFE/Mariscal

Las circunstancias en las que Lenin se hizo esta pregunta son muy diferentes a las que rodean a Núñez Feijóo, pero la cuestión es la misma. Para cuando sean las elecciones, el presidente del PP tiene que haber decidido hacia donde tirar estratégicamente.

Puede acusar al PSOE de corrupción, pero se avecina el rosario de juicios de la Gürtel, que recordará a los votantes que, en este asunto, tanta porquería anega a unos como a otros. Y eso sin contar con lo de Montoro, que, con independencia del recorrido penal que tenga, todos sabemos a lo que se dedicaba el pájaro.

Puede acusar al Gobierno de ser unos pésimos gestores, pero ahí está el caso de Mazón, insensatamente respaldado por Feijóo. A lo que se añade la errática gestión de los incendios en las comunidades gobernadas por el PP. Por injusta que sea esta réplica, el hecho es que la competencia está transferida y la imagen ofrecida por los presidentes autonómicos populares afectados ha sido decepcionante.

Puede acusar a Sánchez de querer controlar las instituciones por medio de leales. Pero los pocos nombramientos que ha hecho el PP no han sido precisamente de personas de acrisolada neutralidad.

Puede acusar al PSOE de hacer leyes inconstitucionales, pero le contestarán que, cuando el PP tuvo mayoría absoluta, no derogó las que con anterioridad fueron tachadas de serlo. Valga como ejemplo, por todas, la ley del aborto, aprobada por Zapatero, recurrida por el PP ante el Constitucional y luego tolerada sin cambiarle una coma en la época de Rajoy.

Puede acusar al Gobierno de Sánchez de haber subido los impuestos hasta hacerlos insoportables, pero le rebatirán que quién más los subió en España fue Mariano Rajoy. Y lo hizo después de haber prometido en el programa electoral que los bajaría.

Puede acusar al Gobierno de Sánchez de crear multitud de chiringuitos que no sirven para nada que no sea colocar a amiguetes y paniaguados. Pero le responderán que Rajoy no cerró ni uno solo de los que abrió Zapatero. Valga igualmente como ejemplo la Alianza de Civilizaciones, con sede en la ONU, que subsiste porque se financia exclusivamente con nuestro dinero, el que Rajoy siguió pagando. Hoy está dirigida por Miguel Ángel Moratinos.

Puede acusar al Gobierno de Sánchez de permitir que Zapatero proteja a China y a Venezuela en nuestro nombre ante la comunidad internacional. Pero, le objetarán que Zapatero empezó a hacerlo ya en la época de Rajoy y nadie de aquel Gobierno le afeó lo que hacía.

Puede acusar al Gobierno de Sánchez de ceder ante los independentistas. Pero le dirán que no pueden ceder ya mucho porque ya lo entregó casi todo Aznar durante su primera legislatura.

Y lo que el Gobierno no quiera o no sepa contestarles, ya estará Vox para recordarlo en una campaña que dirigirán casi exclusivamente contra el PP.

Las próximas elecciones no se van a ganar tan fácilmente como auguran las encuestas. Y Feijóo debería dibujar una estrategia que no consista sólo en sentarse en la puerta de su casa a esperar a ver pasar el cadáver de su vecino no vaya a ser que pase antes el suyo.

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