El sanchismo, fase terminal del socialismo
Sánchez no se ha impuesto con un golpe de mano a la voluntad de los afiliados. Le aclaman. En el 41 Congreso, celebrado en Sevilla en diciembre de 2024, fue reelegido secretario general por el 90% de los delegados.
La expresión del presidente Jorge Azcón es de perplejidad. Acto seguido, muda en desprecio. Acaba de comenzar el debate sobre el estado de la Comunidad de Aragón. "Permítanme que mis primeras palabras sean para hacer recuerdo y homenaje al presidente Javier Lambán". Tres minutos empleó en reconocer la figura de su predecesor. "Hasta el último aliento, nunca le tembló la voz para denunciar…". Hace una pausa. "He tenido el honor de homenajear al presidente Javier Lambán en vida. Ahora, tras su fallecimiento y con el objetivo de honrar y de recordar lo más esencial de su legado político, tengo el placer de anunciarles que Javier Lambán recibirá a título póstumo el Premio Gabriel Cisneros a los valores constitucionales". Los diputados aragoneses aplauden. ¿Todos? ¡No! Unos irreductibles socialistas permanecen quietos en sus escaños. Desde el estrado, Jorge Azcón los mira, parece pedirles un gesto en recuerdo del que fue su secretario general. Ellos resisten, enquistados en la discordia.
Se cumplen 60 años de la publicación en español de la primera aventura de Astérix el Galo. Esos irreductibles diputados socialistas beben de la pócima del rencor que les da Pilar Alegría todas las mañanas. Necesitan un Alka-Seltzer.
No todos los militantes socialistas son sectarios. También hay gente de palabra, principios y sólidas convicciones. Pedro Sánchez es un ejemplo, pero no es el único. Recuerden a Guillermo Fernández Vara. Estamos en septiembre de 2016, semanas antes de que Sánchez dimita de la secretaría general del PSOE. "Si se pacta con los independentistas, probablemente me iría detrás de Ibarra (Juan Carlos Rodríguez). No puedo sentarme a gobernar en la misma mesa de los que quieren romper España". La amenaza de Vara tenía truco. Ibarra no se fue del PSOE. Y el entonces presidente de la Junta de Extremadura se tragó sus palabras. Hoy es vicepresidente del Senado y secretario de Política Autonómica de la Comisión Ejecutiva Federal. Cuántos titulares dio su excelencia el barón Vara… Cuánto dio que hablar y ahí le tienen, tan contento y calladito.
Como Fernández Vara ya no es díscolo no le convocaron al almuerzo que el colectivo Fernando de los Ríos -creado en noviembre de 2023 por algunas glorias socialistas, que se ven de cuando en cuando, para librar justas de oratoria- organizó el pasado 24 de septiembre en El Luarqués. Sí asistió Ibarra y uno que fue vidente. Lo de vidente lo digo por Ignacio Urquizu. Lean: es una información de abril de 2017: "El sociólogo, politólogo y diputado del PSOE por Teruel, ha asegurado hoy que, según los 'datos' e 'intuiciones' que tiene, la presidenta andaluza, Susana Díaz, ganará las primarias del 21 de mayo. 'Mi intuición me dice que va a ser la opción mayoritaria', ha afirmado". Asistentes al encuentro confirman que en esta ocasión Urquizu, -que a la que se descuida le cuelgan el sambenito de "valor emergente" del socialismo y el hombre está un poco harto-, dejó la intuición en casa y no hizo vaticinios. "Estaba por Madrid, me invitaron y pasé a saludar". Esto lo he leído en algún sitio y no encuentro dónde.
Los asistentes a la cuchipanda -35 euros el cubierto- tienen dos convicciones. La primera, que es necesario un partido de centroizquierda constitucional y la segunda, que un PSOE sin Sánchez volvería a ocupar ese lugar. Lo primero ya lo intentó Ciudadanos y pincharon. La verdad es que había mucho catalán en la dirección y eso no ayuda. Lo segundo, más que un análisis político con algún indicio de verosimilitud es un deseo. Una ensoñación. Una ilusión… Una pena.
Personas con muchos años de experiencia política se ofuscan. Incapaces de reconocer que Sánchez es la esencia del PSOE realmente existente. Su esencia y su decadencia. Es la fase terminal del socialismo que ellos conocieron y el pasado no vuelve. Así es la vida.
Los socialistas que jalean a Pedro Sánchez no son muy distintos de aquellos que en 1979 provocaron la dimisión de Felipe González al forzar la definición del partido como marxista. El marxismo acaparó los titulares, pero el 28 Congreso tuvo debates de mayor trascendencia. Se dio carpetazo al modelo de Estado federal y desapareció el término autodeterminación de su 'programa máximo'. El derecho de autodeterminación se mantuvo hasta el último momento, defendido por una parte de los socialistas presentes en el Congreso. 46 años después, las posiciones políticas de esa parte que perdió son hoy doctrina en el partido. "España es un país diverso y plurinacional que requiere de un modelo territorial descentralizado y plural" se afirma en la Resolución política del 41 Congreso.
Es la conclusión de una deriva izquierdista iniciada en el año 2000 con la elección de Rodríguez Zapatero como secretario general y acelerada tras la aparición de Podemos. El PSOE, para sobrevivir, hizo suyo el discurso de la extrema izquierda. En las elecciones generales de 2016 los de Pablo Iglesias se quedaron a 350.000 votos y a 1,5 puntos en porcentaje de voto. Lo que algunos entendieron como un movimiento táctico coyuntural, para la dirección socialista se convirtió en la estrategia constitutiva de un proyecto político alejado de la socialdemocracia europea.
Pedro Sánchez no se ha impuesto con un golpe de mano a la voluntad de los afiliados. Le aclaman. En el 41 Congreso, celebrado en Sevilla en diciembre de 2024, fue reelegido secretario general por el 90% de los delegados (925 de los 1101 con derecho a voto). Nadie votó en contra. Negando la realidad, algunos socialistas perplejos insisten en que hay un PSOE bueno que permanece oculto. Temeroso de la represión sanchista. Militantes clandestinos que aguantan y esperan la caída en las urnas del autócrata para encabezar la regeneración del partido. La función de los reunidos en El Luarqués es darles ánimo. Que no se sientan solos. Ojear posibles candidatos. Suena Lobato. El interesado dice que a él que le registren y en Ferraz se tronchan. En su celda, Cerdán hace una mueca.
Confirmada la demencia de la dirección del PSOE?, ¿es transitoria la enajenación de sus militantes? Si fuese así, si fuesen recuperables, ¿cómo hacer para desintoxicarlos y que vuelvan al redil constitucional? Después de este nada fácil proceso, ¿quién puede ser el pastor que mantenga estabulado el rebaño y le asegure suficiente forraje? Un lío.
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