El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha presentado una decidida propuesta para poner fin a la guerra contra el terrorismo en Gaza, que cuenta con el beneplácito del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y que, muy básicamente, exige un alto el fuego, la liberación de los judíos secuestrados en un plazo de 72 horas desde la aceptación de las partes, la liberación de cerca de 2000 terroristas presos -entre ellos 250 condenados a cadena perpetua-, el desarme de Hamás y la retirada gradual de Israel de Gaza, seguido de una autoridad transicional de posguerra encabezada por el propio Trump y el británico Tony Blair.
En principio es difícil de imaginar que una organización terrorista como Hamás, en cuya carta fundacional figura el exterminio de los judios, cuyo fundador Ahmed Yasin afirmaba que "la paz con Israel es contraria a la Sharia" y autora -entre muchos otros crímenes contra los judíos- de la masacre del 7 de Octubre, se avenga a un acuerdo que conlleva su desarme y desaparición del poder en territorio palestino por mucho que conlleve la liberación de casi dos mil presos de cárceles israelíes. Sin embargo, podría darse el caso de que Hamás lo aceptara como una tregua temporal, como "yihad intermitente", como mera táctica ante la reacción militar israelí que está logrando buena parte de sus objetivos militares y que, según Trump, pasaría a contar con el total respaldo de los EE UU en caso de que la organización terrorista no se aviniera a un acuerdo.
Lo que ya es clamorosa y repugnantemente evidente es el rechazo a este plan de paz de la izquierda más radical y antisemita que conforma el gobierno español. Así, mientras el presidente del gobierno Pedro Sánchez no ha tenido más remedio que dar "la bienvenida a la propuesta de paz para Gaza impulsada por EEUU" sobre la base de que "hay que poner punto final a tanto sufrimiento" y de que "es la hora de que cese la violencia, se produzca la inmediata liberación de todos los rehenes y se dé acceso a la ayuda humanitaria para la población civil", los ministros de Sumar han hecho un comunicado conjunto - fórmula que sólo se ha utilizado de manera excepcional en estos dos años de legislatura- en el que denuncian que la propuesta del presidente de EEUU no es un plan de "paz" sino una "imposición" que desdeñan por ser "un intento de consolidar el statu quo de ocupación y violencia que niega derechos fundamentales".
Reiterando su mentira de que Israel no está librando en Gaza una guerra contra el terrorismo como respuesta a la masacre del 7 de Octubre sino perpetrando un "genocidio" contra el pueblo palestino, Yolanda Díaz también ha hecho un vídeo para expresar con contundencia que el Gobierno no puede "legitimar" esta "farsa": "Hablan de reconstrucción y de proyectos económicos, pero no hablan de derechos, no hablan de soberanía, no hablan de justicia. Gaza parece como un solar a repartir, no como la tierra de un pueblo con historia y con dignidad", ha tenido la desfachatez de afirmar la vicepresidenta segunda.
Y es que hay que ser muy ignorante o muy antisemita – o ambas cosas a la vez- para hablar de "democracia", de "soberanía" y de "Justicia" en relación a una organización totalitaria teledirigida desde Irán como es Hamás. La ayuda y la reconstrucción de Palestina bajo el poder de Hamás es como hablar de la protección de la infancia bajo mandato de Herodes. Es cierto que ahora Netanyahu no quiere, lógica y razonablemente, ni oir hablar de un Estado Palestino mientras su existencia sea un peligro para la existencia misma del Estado de Israel. Pero no hay que olvidar que los palestinos han rechazado hasta en cinco ocasiones la creación de un Estado propio si el precio pagar era el reconocimiento del Estado de Israel.
En cualquier caso, el tiempo lo dirá, pero sería paradógico que el "no a la guerra" en Gaza con la que Sánchez quería tener una baza electoral terminase por ser un nuevo factor de división y de debilidad en su gobierno

