
Aunque no es frecuente hacerlo de forma tan explícita como lo hizo el miércoles por la mañana Salvador Sostres en la Cope, es frecuente en España creer que la invasión de Ucrania está de algún modo justificada. Porque se supone que Occidente incumplió el compromiso suscrito con la URSS de que la OTAN no se extendería hacia el Este.
Lo primero que hay que decir es que tal compromiso nunca existió. Es verdad que Hans-Dietrich Genscher lo ofreció a cambio de que el Kremlin no pusiera obstáculos a la reunificación de Alemania. Pero, el ministro de Exteriores alemán le habría dado a Gorbachov lo que le hubiera pedido a cambio de ser él reconocido como el reunificador de su país y, en cualquier caso, carecía de autoridad para obligarse en nombre de la OTAN.
Luego, James Baker, que no es precisamente el más brillante de los secretarios de Estado norteamericanos, mencionó una supuesta futura contención atlántica en una rueda de prensa. Lo cierto es que, sin embargo, el compromiso nunca se plasmó en un tratado que obligara a ningún miembro de la OTAN, menos aún a la organización en su conjunto.
Por otra parte, la obligación, de existir, se habría suscrito con la URSS y tendría sólo sentido si la Unión Soviética hubiera sobrevivido a la crisis en la que se hundió a partir de 1989. No hay que olvidar que en la fecha en que Genscher y Baker dijeron lo que dijeron, las repúblicas bálticas no eran todavía independientes. Y la responsabilidad de que éstas, junto con el resto de repúblicas exsoviéticas, acabaran siéndolo no es de Occidente, sino de la especial organización política soviética y de que Boris Yeltsin fuera el líder de la Federación Rusa y no de toda la URSS.
Encima, la Rusia nacida de las cenizas de la Unión Soviética tiene la fea costumbre de incumplir cualquier tratado que no le convenga honrar. Valga como ejemplo el memorándum de Budapest de 1994, por el que Moscú se obligó a defender la independencia de Ucrania a cambio de que ésta le entregara todas las armas nucleares desplegadas en su territorio.
Además, ¿qué quieren quienes defienden el derecho de Rusia a conservar la esfera de influencia que tuvo la URSS? ¿Que Polonia no pueda defenderse cuando Moscú decida por enésima vez repartírsela o apropiársela? ¿Que Finlandia tenga que librar sola una nueva Guerra de Invierno? ¿Que Moscú pueda imponer gobiernos afines en Hungría y Checoslovaquia con los tanques, si necesario fuera? ¿Que Suecia tenga que hacer frente a una nueva Gran Guerra del Norte?
Rusia ha sido siempre así. Y tiene de país europeo lo que Afganistán de progresista. En 1814, tras la derrota de Napoleón en Leipzig, sus soldados llegaron hasta París y el espectáculo de los cosacos vivaqueando en Montmartre espantó a todos los europeos, incluidos los más acérrimos enemigos del emperador. Entre los gobernantes rusos están Iván el Terrible y Pedro el Grande, dos salvajes de cuidado. Catalina la Grande llegó al poder tras asesinar a su esposo. Y poco después puso a su amante en el trono de Polonia. Stalin es el mayor homicida de la historia, con permiso de Mao. Y Putin… Ya sabemos cómo es Putin, aunque Sostres y otros muchos como él, en la derecha y en la izquierda, por cobardía o lo que sea, finjan que no. Estamos en guerra, aunque no queramos reconocerlo. Y nuestro Gobierno venga a comprarle gas al enemigo. Los que quieran rendirse que lo digan a las claras.

