Ya confunden a Mamdani con Roosevelt
Estados Unidos es hoy un viejo imperio en decadencia que ya de ningún modo se puede permitir el lujo de practicar el libre comercio.
Más allá de que ese exótico sucedáneo afroasiático de Ada Colau acabe de hacerse con el municipio de Nueva York, el éxito de los candidatos demócratas en las elecciones locales que se han celebrado en Estados Unidos parece que empieza a suscitar la expectativa de que existiría algo parecido a una alternativa ideológica y programática al trumpismo. Pero lo cierto es que no existe; y no sólo no existe, sino que difícilmente existirá a medio plazo. Por lo demás, la mejor manera de entender que tal cosa, el surgimiento de un proyecto antitético con el de Trump, no va a suceder pasa por dirigir la mirada a Argentina.
¿Por qué a Argentina? Pues porque un progresista honesto se debe preguntar por qué Milei acaba de ganar, por goleada además, en medio de una situación económica tan desastrosa que le ha obligado a solicitar dos rescates consecutivos en el extranjero (uno del FMI, el otro de Trump). ¿Y por qué ha ganado? Bueno, ha ganado porque Milei es el único que, a pesar de todo, posee un proyecto de futuro que ofrecer a los argentinos (que el proyecto en cuestión sea erróneo y resulte inviable, es otra cuestión). Si los trotskistas de Buenos Aires tuvieran otro plan alternativo al libertario, tal vez hubiesen triunfado ellos; pero los trotskistas porteños no tienen absolutamente nada en la cabeza, como igual les ocurre a los peronistas.
Y a los demócratas les pasa otro tanto de lo mismo: tampoco ellos disponen de nada consistente que contraponer a la estrepitosa agenda arancelaria y neomercantilista de Trump. Estados Unidos es hoy un viejo imperio en decadencia que ya de ningún modo se puede permitir el lujo de practicar el libre comercio. La praxis de Trump puede parecer, sí, brutal, tosca y en exceso primitiva; sin duda lo es. Pero la alternativa políticamente viable a su obsesivo énfasis nacionalista y proteccionista, simplemente no existe. Mamdani podrá hacer gratuitos los viajes en autobús por Nueva York, pero Estados Unidos será proteccionista o no será. Porque, como sentenció Thatcher en su día, no hay alternativa.
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