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EDITORIAL

La financiación ilegal del PSOE y las líneas rojas de sus socios

Si Sánchez y sus secuaces siguen en Moncloa es porque allí los mantienen unos partidos que han hecho del sectarismo y el odio a España sus razones de ser.

Que la Audiencia Nacional investigue la posible financiación ilegal del PSOE quizá sorprenda a algunos, pero no puede ser una decisión más lógica: descuadres en la contabilidad, dinero en metálico para el que no se exigían comprobantes de pago, cantidades de dinero astronómicas corriendo por la sede, sobres, chistorras, soles y lechugas… Todo esto sin olvidar que los dos últimos secretarios de Organización del partido están uno a la sombra y el otro procesado por el Tribunal Supremo, acusados de varios delitos, entre ellos el de organización criminal.

El juez Moreno abre una pieza separada para investigar la financiación ilegal del PSOE

Que los que se han aprovechado de las instituciones para colocar a sus amigos y familiares y los que han vivido, presuntamente, como auténticos mafiosos de medio pelo, rodeados de prostitutas y sumidos en la corrupción mantuviesen inmaculadas las cuentas del partido era harto improbable y, finalmente, todo apunta a que no ha sido así. La Justicia decidirá a partir de ahora qué consecuencias legales se derivan de ello, pero las responsabilidades políticas de este y todos los demás casos que salpican al Gobierno y al partido que lo sostiene ya deberían haber generado una verdadera catarata de dimisiones. Y así sería si no estuviésemos ante el Gobierno más inmoral de la historia, apoyado por los medios y los periodistas más sectarios y lamentables.

Por supuesto, toda corrupción es denunciable, perseguible y descalifica a los políticos que la perpetran, pero conviene recordar cómo este PSOE llegó al poder –no mucho después de haber perdido las elecciones por goleada– precisamente con la lucha contra la corrupción como bandera. La realidad, como vemos, es que en lugar de combatirla la han llevado a las cuotas más altas que hemos conocido nunca. De nuevo no es una sorpresa: ¿acaso el PSOE ha hecho otra cosa a lo largo de su historia?

El problema, sin embargo, no es sólo el PSOE y su prensa y televisiones amigas: si en este momento Pedro Sánchez y sus secuaces siguen en Moncloa es porque allí los mantienen una serie de partidos que han hecho del sectarismo y el odio a España sus únicas razones de ser. Durante años hemos tenido que soportar histéricas críticas a la corrupción del PP y a la casta de Podemos, Sumar o ERC, pero todos están demostrando ahora que no era ni mucho menos el qué, sino que lo importante siempre fue el quién.

Yolanda Díaz, Gabriel Rufián o Irene Montero se han desgañitado contra la corrupción… hasta que ésta les ha colocado a ellos en la obligación ética y moral de hacer sacrificios. En ese momento han olvidado sus exigencias de limpieza y los juicios sumarísimos a los que sí sometían a los partidos de signo contrario.

La propia Díaz, cuyo papelón como muleta de la corrupción socialista está siendo impresionante, o el inefable Rufián hablaron en su momento de que la financiación ilegal era el límite de su apoyo al PSOE. Pueden ustedes estar seguros de que a partir de este jueves esas líneas rojas se han movido un poco más allá, justo lo suficiente para seguir sin bajarse de las poltronas.

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