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Sánchez no es Perry Mason

El objetivo no es aclarar, sino "ganar el relato". Hacer creer que el fiscal no hizo nada malo y que los testigos así lo están confirmando.

El objetivo no es aclarar, sino "ganar el relato". Hacer creer que el fiscal no hizo nada malo y que los testigos así lo están confirmando.
El fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, sale este miércoles del Tribunal Supremo, donde prosigue el juicio contra él por presunta revelación de secretos. | EFE

En una entrevista sin pena ni gloria en El País, el presidente del Gobierno dijo que cree en la inocencia del fiscal general que está siendo juzgado y lo dijo tres veces. Lo dijo una vez sin que le preguntaran sobre el caso y dos veces cuando le inquirieron sobre si lo seguiría creyendo después de una condena. No respondió que dejará de creer. La inocencia de García Ortiz es un asunto político de primera magnitud para el Gobierno, lo cual da idea de su escala de prioridades actual. La insistencia de Sánchez señala que la inocencia que trata de defender es la suya. Como el fiscal general sigue en su puesto, no puede manifestarse neutral. Sánchez está haciendo de juez, porque es parte.

Cuando proclamó la inocencia del juzgado lo hizo apelando a "lo escuchado y visto esta semana" en el juicio. En el diario que lo entrevistaba ponían un enlace a una información suya sobre las declaraciones como testigos, de dos ex altos cargos del PSOE de Madrid, Pilar Sánchez Acera y Juan Lobato, según la cual, ambos aseguraron que el correo de la pareja de Ayuso no se lo había enviado el fiscal general. Acera aportó además que el remitente fue un periodista, pero había olvidado quién. Alguien le proporcionó la información para montarle un pollo monumental a Ayuso y, caray, no logra recordar su nombre Como también cambió de móvil - ¿hay alguien en este caso que no lo hiciera? - no hay forma de rastrear a esa Garganta Profunda, pero al revés, porque aquí es un periodista el que le da la exclusiva al político.

Pena que no linkara el periódico a la declaración del periodista Precedo, el que dijo tener "un dilema moral bastante gordo", porque sabe que el juzgado es inocente, tiene la prueba de que lo es, pero se siente obligado a ocultarla para no revelar la fuente. Las acusaciones piden entre 4 y 6 años de cárcel para García Ortiz, y el hombre que dispone de la prueba de su inocencia, no la presenta. Ojalá que un inocente al que le piden prisión permanente revisable no tenga que depender nunca de un Precedo. En un país con pena de muerte, sería aterrador. Tiene la prueba, pero nada, que no, que la fuente es sagrada y a morir. Si acaso, su dilema moral pasaría de ser bastante gordo a tener obesidad mórbida, pero hasta ahí.

Perry Mason aceptaba casos en los que se acusaba a un inocente de un delito cometido por otro, y conseguía descubrir al verdadero culpable. Ni Sánchez ni Precedo van a hacer algo así, por si acaso. El objetivo no es aclarar, sino "ganar el relato". Hacer creer que el fiscal no hizo nada malo y que los testigos así lo están confirmando. Que el juicio es una farsa, o un circo. Si hay condena, se articulará otro cuento y si no la hay, gran triunfo político. Lo esencial es que desaparezca del imaginario público el atropello cometido. El hecho de que el expediente de un ciudadano en Hacienda empezó a circular y a filtrarse, porque ese ciudadano era el novio de una dirigente política a la que se quería machacar. Después de "lo escuchado y visto", tenemos una certeza: la confidencialidad de la fuente de un periodista está mucho más protegida que la confidencialidad de los informes de la Agencia Tributaria.

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