Fiscal general y delincuente
Aunque la condena no sea de cárcel y parezca leve, el delito que cometió García Ortiz es muy grave y lo hizo como parte de una campaña política.
Álvaro García Ortiz ha sido condenado por el Tribunal Supremo, el más importante de España y aquel en el que están los mejores jueces de nuestro país. Para sorpresa de una Mónica García más analfabeta que nunca, ya no cabe la presunción de inocencia: el fiscal general del Estado es un delincuente.
Y aunque la condena no sea de cárcel y pueda parecer poca cosa, el delito que cometió Álvaro García Ortiz es muy grave: desveló datos privados de un ciudadano particular e indefenso y, además, lo hizo como parte de una campaña contra un rival político, Isabel Díaz Ayuso. Dicho de otra forma: todo un fiscal general machacó a un español anónimo para que el Gobierno ganase el relato, parafraseando sus propias palabras.
Además de delinquir García Ortiz no ha tenido ni la dignidad –ni profesional ni personal– de dimitir antes de enfrentarse a su juicio, lo que ha propiciado la insólita situación de ver juzgado –y ahora condenado– al máximo responsable de perseguir los delitos en España. Y, para más inri, con sus subordinados esforzándose en exonerar al que, finalmente y como todo apuntaba, ha resultado ser un delincuente. El daño y la degradación a los que se ha sometido la Fiscalía General del Estado son extraordinarios.
Si algo cabe esperar del gobierno de Pedro Sánchez es que caiga todavía más bajo con la elección del nuevo fiscal general, pero será difícil alcanzar las cuotas de bajeza y descrédito de este Álvaro García Ortiz que rindió la institución que debía defender y se rindió a una operación político-mafiosa.
Y es que si a alguien le quedaba alguna duda de que el ya exfiscal general del Estado participó en una ruin operación de destrucción de un rival político, no hay más que ver la reacción desquiciada que ha provocado la condena entre partidos y periodistas que no han dejado de recordar que el caso estaba vinculado a Isabel Díaz Ayuso. Excusatio non petita…
"Golpismo judicial", "asesinato civil", "el poder golpista de la derecha", "golpe letal a la presunción de inocencia" –hilarante aquí la ministra de Sanidad– "guerra contra unas ideas y unos partidos"… La izquierda española ha decidido quitarse la careta del todo y exigir que haya una Justicia para todos los demás y otra completamente diferente para ellos mismos. Porque los delitos pueden ser buenos e incluso necesarios si los hacen las personas adecuadas, es decir, las personas y los cargos públicos de izquierdas.
El Gobierno y todos los partidos y medios que lo apoyan se habían embarcado en una cruzada de apoyo a Álvaro García Ortiz que ha convertido esta sentencia en una derrota política descomunal. Por desgracia esto no va a hacer que el ataque a una Justicia independiente y a la libertad que han emprendido Sánchez y los suyos amaine, más bien al contrario: se va a recrudecer.
Es cierto que vienen tiempos duros para los que hay que estar preparados, pero también lo es que este jueves el Tribunal Supremo nos ha dado renovadas esperanzas: hemos visto que es posible que la Justicia triunfe, que es posible resistir y que será posible vencer el ataque de los totalitarios.
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