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Xabi Alonso no se encuentra

Xabi Alonso cambió Disneyworld por una tortura china diaria. Nada es comparable en volumen de noticias, en exigencia, en trabajo y en exposición como el Real Madrid Club de Fútbol.

Xabi Alonso cambió Disneyworld por una tortura china diaria. Nada es comparable en volumen de noticias, en exigencia, en trabajo y en exposición como el Real Madrid Club de Fútbol.
Xabi Alonso, en el partido ante el Manchester City | Cordon Press

Conectado a la máquina que le mantiene con un hilo de vida, Xabi Alonso despachó una semana que le permite estar tranquilo, al menos, la época de Navidad. Dijo en Vitoria tras el triunfo ante el Alavés que lo importante era ganar esa noche, el miércoles pasado en Talavera y este sábado en el Bernabeú ante el Sevilla, y lo ha conseguido, aunque dejando muchas dudas. Tantas que el fútbol del Madrid no gusta.

Ese respiro le va a permitir al tolosarra pensar estas fiestas, reforzarse en su idea de que lo que está haciendo está bien para su Real Madrid. El partido del Betis el domingo 4 de enero y la Supercopa de España, en Yeda (Arabia Saudi) serán vitales. Porque el entrenador del Real Madrid vive así, en un permanente estado de examen, de prueba contínua para aprobar, merecer el respeto de toda la gente. Un público, históricamente, muy cruel.

Xabi Alonso sabe que su vida deportiva pende de un hilo. Así ha estado desde que el domingo 26 de octubre, en la victoria ante el Barça en el Bernabéu en una prueba dura que salió bien, decidió quitar a Vinicius en el minuto 72 de partido. Consideraba que el brasileño no estaba haciendo los sacrificios que él pedía desde el banco. Desde entonces tiene la amenaza detrás de su espalda, en forma de cuchillo que le va a acabar matando si no consigue rápido lo que desde arriba piden. Jugar mejor al fútbol, enganchar una serie de victorias que le permitan, aunque ya lo está haciendo, competir esta Liga con el Barcelona.

La capacidad como entrenador de Xabi no se discute. Es absolutamente heroico lo que hizo en Leverkusen haciendo que ese equipo levantara, por primera vez en la historia, una Bundesliga. Fue tremendo el fútbol que hizo, los sistemas utilizados, los mecanismos que logró para que futbolistas no muy conocidos jugaran con una precisión total. Pero el Bayer Leverkusen no es el Madrid y Xabi, sabiéndolo, aceptó un reto durísimo.

Porque el técnico sabía donde se metía, el club a donde venía. Él, que siendo jugador, debió ver con sus propios ojos cómo se las gasta un vestuario lleno de egos, como el de cualquier equipo grande pero éste multiplicado por diez. Porque el Madrid es lo más grande a lo que puedes aspirar en todos los sentidos, un club con una historia impoluta. Xabi Alonso cambió Disneyworld por una tortura china diaria. Nada es comparable en volumen de noticias, en exigencia, en trabajo y en exposición como el Real Madrid Club de Fútbol.

Y ahora, tras meses de pruebas, está intentando, todavía, moldear un equipo que no tiene hecho. Presionó alto y hasta la extenuación en el Mundial de clubes y en las cuatro primeras jornadas de Liga pero eso se acabó. Cambió varias veces el sistema sin que casi nadie supiera a qué juega este Real Madrid. Todavía estamos todos intentando descifrarlo y, de camino, ya se le ha ido al Madrid la ventaja de cinco puntos con la que salió del Clásico y se ha dejado en el mes de noviembre y principios de diciembre nueve puntos que pueden ser claves.

El otro día ante el Sevilla el equipo pudo hacer el peor partido de la temporada y, sin embargo, ganó. Porque a este Real Madrid, en las peores noches, le da para ganar los encuentros con poco que los delanteros cuelen las dos o tres que tengan. Pero el fútbol realizado provocó ya los pitos en el campo. A los jugadores y al técnico porque nadie controla ni sabe a la perfección a quién van dirigidos los pitos. A Vinicius está claro que le pitaron pero ¿para quién eran los silbidos del principio del encuentro, nada más empezar? Xabi debe saber que para él también van esas quejas.

Ahora Xabi Alonso, deportivamente hablando, está en la UVI de un hospital y la máquina refleja que hay vida, que el paciente está consciente. Un paciente al que le está costando ser quien era el año pasado. Esa autoridad que tenía no la demuestra aquí o la ha demostrado a veces sí y a veces no, que sería el peor síntoma. No ha cambiado el hombre, ha cambiado el club. Y eso es mucho decir.

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