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¡Comparemos liderazgos!

Necesitamos líderes con valentía personal; personas que se expongan al peligro sin miramiento alguno

Necesitamos líderes con valentía personal; personas que se expongan al peligro sin miramiento alguno
Feijóo y Abascal charlan en el patio del Congreso (foto de archivo) | Europa Press

"No faltan partidos, sino liderazgos a la altura para unir voluntades", dice Javier Sómalo en su última columna. Brillante conclusión de un excelente diagnóstico sobre las terribles disfunciones de los partidos políticos en España. También yo tiendo a pensar que faltan políticos sólidos y firmes para hacer genuina política, o sea, gente capaz de hallar vínculos duraderos para alcanzar bienes en común. Faltan lideres que defienda lo que nos une: la Nación. Carecemos de hombres públicos con una idea clara y distinta de la Nación. Todo en los políticos españoles es de boquilla y malo. Azcón, el hombre del PP de Aragón, ha llegado a decir que en la campaña electoral no utilizará el tema de la corrupción contra el PSOE. Quizá hable de la visita al parador de Teruel de su contrincante electoral… ¡Bochornoso! "Sacralizan" hasta lo que requiere una inmediata desacralización. Son paganos. Han sustituido al Dios verdadero por diosecillos ridículos. ¡Han cambiado de un plumazo la Nación por la Constitución". Han hecho de la "corrección política", del centrismo de la nada, su religión.

Ahí tienen, por ejemplo, al Rey, Felipe VI, un "líder" para un país en ruina. Pensábamos que este hombre se ganaba con mejor que peor fortuna su legitimidad todos los días de su reinado. Lo seguirá intentando, sin duda alguna, porque le van en ello el futuro de su propia familia. Asunto grave, porque le debería preocupar más el futuro de su Nación que el de su entorno familiar. Sí, en el pasado reciente este personaje tuvo una actuación memorable. Yo mismo recuerdo con gozo el día que se enfrentó a los golpistas catalanes del 1-O; entonces llegué a creer que, al fin, el monarca actuaba como un genuino Jefe de Estado. Pensé que el asunto de la Monarquía española dejaba, al fin, de ser una cuestión entre los socialistas y los borbones, para pasar a ser un asunto clave de todos los españoles. De Estado. Creí que la Corona, definitivamente, dejaba de privatizar la Nación. Me parece que me equivoqué…

Otra vez, como en los tiempos de González y Juan Carlos I, la cuestión del régimen monárquico es un asunto entre las élites totalitarias socialistas y el entreguismo clásico del monarca de turno a sus fustigadores. La derecha en la cosa de la monarquía, como casi en toda la historia del siglo XX, no sólo carece de finura intelectual sino que se niega a ayudar en la tierra a los designios del Señor, o peor, se entrega a lo que pacte el monarca con los socialistas. La prueba es el discurso de Felipe VI del día de Nochebuena. Parecía hecho por Sánchez y, naturalmente, fue aplaudido con pasión por el señor Feijóo. Ahí tienen un ejemplo de coincidencia de "liderazgos". "De unión de voluntades", por decirlo con el lenguaje del amigo Sómalo, entre el PP y el PSOE. A los del PP les ha gustado tanto como a los del PSOE el discurso del Jefe del Estado.

Sin embargo, todo el discurso, empezando por el escenario hasta su negativa a mencionar la palabra clave del régimen, corrupción, pasando por sus menciones a una fracasada UE, fue nefasto. O sea prescindible. Es lo peor que puede decirse de un discurso de un Jefe de Estado. Ni siquiera hubo una referencia a uno de los ejes clave de la monarquía española de todos los tiempos: el catolicismo. Felipe VI, como hiciera en otras ocasiones su padre, volvió a olvidar lo más elemental: la religión católica no necesita para legitimarse en el ámbito público la monarquía, mientras que la Corona en España siempre recurrió al catolicismo para legitimarse. En este contexto, nunca debería olvidar su Majestad Felipe VI que la doctrina del tiranicidio (sic) es un invento del catolicismo español, o sea, de un filósofo tan respetado en el mundo entero como Juan de Mariana. Para el próximo discurso, Señor, no olvide que nuestro Estado es aconfesional, pero la religión mayoritaria sigue siendo la católica. ¡Ponga un belén en su perorata!

¿Cómo no va a tener razón el amigo Sómalo? Faltan políticos que defiendan la Nación, o sea que gobiernen para todos los españoles, y no para quienes votan sólo a su partido. Necesitamos líderes con valentía personal; personas que se expongan al peligro sin miramiento alguno; gente, sí, que no tengan miedo a ser heridos con frecuencia. La cosa en España empieza a ser sencilla: entre la brutalidad y la corrupción sanchista y el centrismo hueco del PP, hay un líder que no juega ni a la derecha ni a la izquierda, sino que defiende la transversalidad de la Nación. Se llama Santiago Abascal. No trata de unir las voluntades del PP y VOX sino consolidar la voluntad nacional. Ahí está el toque.

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