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El 2026 de Sánchez

Sánchez puede ver condenados a su hermano y su mujer, al que fue su mano derecha en el partido, al que lo sustituyó y no condenado, pero sí imputado, al propio PSOE.

Sánchez puede ver condenados a su hermano y su mujer, al que fue su mano derecha en el partido, al que lo sustituyó y no condenado, pero sí imputado, al propio PSOE.
Europa Press

Decía el otro día Giorgia Meloni, que no deja de mejorar desde que llegó al poder, que el 2025 ha sido malo, pero que era mejor no relajarse mucho con el final del año, porque el 2026 iba a ser todavía peor.

Desconozco hasta qué punto el resumen y el pronóstico de Meloni son certeros para Italia –les confieso que no sigo la actualidad del país transalpino como debería, bastante me cuesta ya con seguir la de aquí–, pero desde luego lo es para Europa y, muy concretamente, para España.

Porque centrándonos en lo nuestro, la cosa no es que pinte color de hormiga, es que pinta de color de hormiga afrodescendiente metida en un túnel y vista con gafas de sol. Por hacer un resumen rápido: la situación económica va a seguir deteriorándose y los grandes problemas en este campo, como la vivienda, empeorarán; la degradación política e institucional va a ser imparable y todavía no hemos visto el fondo del pozo; la catarata de corrupción no va a amainar; las concesiones a los nacionalistas seguirán si es que a ellos les da la gana…

Así que si no hay un cambio radical –y ni siquiera si lo hay es seguro que se pueda enderezar esto– los españolitos de a pie no nos enfrentamos a la incertidumbre sobre nuestro futuro, es que podemos tener la certidumbre de que será peor.

Lo único que quizá pueda aportarnos algo de consuelo, aunque ya sé que no mucho, es que si para nosotros el 2026 va a ser complicado, imaginen cómo será para Pedro Sánchez. Sí, es verdad que él no tendrá que preocuparse por llegar a fin de mes como la destrozada clase media, pero miren qué panorama: a poco que la cosa se dé mal puede ver condenados a su hermano y a su mujer, al que fue su mano derecha en el partido, a la mano izquierda que lo sustituyó y no condenado, pero sí imputado, al propio PSOE, quién sabe si algún ministro, a más de un compañero de partido por andar acosando a trabajadoras o camaradas…

Eso en la parte legal, pero no es que la política prometa ir mucho mejor: el PSOE va a ir de catástrofe en catástrofe electoral –lo de Pilar Alegría en Aragón puede ser histórico–, no habrá presupuestos, aprobar cualquier cosa en el Congreso será una tortura y las relaciones con los presuntos socios van a ser cada día más complicadas, por no decir humillantes.

Lo comentábamos por aquí hace unas semanas: sí, Sánchez se aferra al poder y lo mantiene y sólo él tiene el botón para hacer estallar todo con una convocatoria electoral, pero lo que va a sufrir para seguir atrincherado en Moncloa no se lo deseo ni a mi peor enemigo. Bueno, les seré sincero: sí se lo deseo a alguien, a él.

Y, sobre todo, ya no es lo que Sánchez espere para los demás, es que al contrario que ustedes y que yo mismo, él no sabe si acabará el año imputado. Ya, ya sé que suena imposible, pero… ¿se imaginaban ustedes a Cerdán y Ábalos entrando en Soto del Real? Pues eso, como dijo el marido de Begoña.

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