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Adrián Dupuy

¿Qué podemos hacer?

Los que mandan deberían tener menos ego y más cordura, y los demás... lo que podemos hacer, lo que tenemos que hacer, es votar.

Los que mandan deberían tener menos ego y más cordura, y los demás... lo que podemos hacer, lo que tenemos que hacer, es votar.
LD

¿Qué podemos hacer?, repite una y otra vez, casi entre lágrimas, el periodista nativo en la película de Peter Weir El año que vivimos peligrosamente, al tiempo que mira fotografías de niños desnutridos y deformes, renglones torcidos de Dios, mientras la banda sonora completa la escena con el crescendo de la tercera de las Cuatro Últimas Canciones de Strauss.

Es una escena que recuerdo a menudo, mientras dejo pasar la vida no haciendo casi nada, limitándome a ser bueno entre los míos, tratando –en casa, en el trabajo o en mi jardín– de conseguir esa placidez del alma que es el contento de la vida, y no saliendo al mundo más allá. Pero la eterna y trascendente pregunta me vale, bajando muchos escalones, para lo que ahora escribo.

¿Qué podemos hacer? Porque en España estamos muy mal, con otra convocatoria electoral en ciernes, y la perspectiva de que incluso pueda mejorar aquél que no puede dormir, para que muchos más terminemos insomnes.

Pedro Sánchez… ¡madre de Dios! Leía hace poco a Cayetana Alvarez de Toledo que no le gustan las descalificaciones ad hominen, y creo a mí tampoco, porque –como decía Cela– en tres cosas se conoce la cordura del hombre: en refrenar la ira, en escribir un libro y en gobernar la casa. Mi casa casi la gobierna mi mujer, escribo artículos, y trato de refrenar la ira… Pero uno recuerda al lúcido Forrest Gump, que decía "stupid is, stupid does", y, bien visto, tampoco pasa nada, porque el que se pavonea es un pavo, el que copia es un copión; el que hace sinvergonzonadas es sinvergüenza, y esas tenemos.

Pedro Sánchez… ¡madre de Dios! El gran periodista radiofónico Carlos Herrera se muerde la lengua todas las mañanas y se limita a calificarlo de "el personaje", que ahí sigue, para vergüenza de unos y asombro de otros, con perspectivas de mejora. Es alto y guapo, camina imitando a Obama, y ya no se puede decir nada más bueno de él. Se podría decir mucho más pero malo, y la retahíla de calificativos sería interminable y sonora, casi calumniosa… pero terminaría perdiendo fuerza. Prefiero exclamar irrespetuosamente: Pedro Sánchez… ¡madre de Dios!

Enfrente, Ciudadanos, Partido Popular y Vox, quienes, empezando por la defensa de España, tienen mucho más en común que lo que muestran sus líderes, sorprendentemente más interesados en marcarse golpes y abofetearse pullas que en organizarse bien para impedir el desastre.

Se me ocurre, para el Senado, que Vox renuncie a presentar candidatos en todas las provincias; y que, por lo menos para el Senado, Ciudadanos y Partido Popular concurran en todas con una única lista, en coalición (¿España Suma?), y que todos los votantes de los tres partidos asuman el compromiso de votar, aunque algunos a disgusto, para evitar un mal mayor, y que luego con los senadores de designación autonómica se pacte la forma de compensar la generosidad plus ultra de unos, no presentando candidatos, para permitir el éxito de los otros, mediante el voto directo. Y que los pactos se cumplan, y nadie se vanaglorie de haber engañado al otro, como hizo algún gilipolla después de conseguirse la Alcaldía de Madrid. Con los mismos resultados de mayo, el Senado sería de centro-derecha.

Se me ocurre, para el Congreso, que Vox renuncie a presentar candidaturas en las provincias de menos de seis escaños, que en esas pequeñas circunscripciones se avance y consolide el proyecto de España Suma (que casi triunfa en Navarra). Y que los votantes de Vox en esas pequeñas circunscripciones voten a España Suma. Vox no pierde ningún escaño que no habría de ganar, y no se pierden votos. Quizá Vox pierda presencia en las pequeñas circunscripciones. Pero evita el riesgo de que se les cuele alguna oveja negra, que siempre aparece con partidos de nueva creación a los que falta estructura, y a los que llegan advenedizos con fines no siempre honorables. En las circunscripciones grandes, y salvo lo dicho para el Senado, los tres partidos mantendrían su imagen propia y su independencia.

Se me ocurre, se me ocurre, todo esto casi a bote pronto... olvidando que la mediocridad de muchos lo va a hacer muy difícil y que no sé nada de sociología, por lo que tampoco estoy seguro de mi acierto. ¿Qué podemos hacer? Los que mandan deberían tener menos ego y más cordura, y los demás... lo que podemos hacer, lo que tenemos que hacer, es votar.

En España

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