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Agapito Maestre

'El Mundo' y VOX

Este periódico todavía no ha conseguido quitarme la sonrisa, pero a veces me hace enarcar las cejas.

Me acerco diariamente al periódico El Mundo. Lo seguiré comprando hasta que lo cierren. Ojalá eso no suceda nunca. La desaparición de un periódico es siempre triste, aunque sólo sea porque allí se ganan la vida algunas personas decentes. Leo, sí, este periódico con una sonrisa de escepticismo, pero nunca lo situaría entre las cabeceras literarias de la baja prensa, que, aquí como en el resto del mundo, es un pozo negro pestilente y fétido. No, El Mundo aún no ha tocado fondo, ni siquiera está al borde del abismo. Mantiene una cierta dignidad en todas sus secciones. No es un periódico, ciertamente, de sabiduría jovial, casi ha desaparecido de su información y opinión el gay saber necesario para no convertir el rigor en una mortaja de la formación de la opinión pública, pero se deja leer. El pluralismo aún no ha desaparecido de sus páginas. Es un diario correcto con una dirección no menos acertada. No es poco tal y como están las cosas.

Pero, bueno, quién soy yo para opinar sobre una cabecera respetable de la prensa española… Mas cuento todo esto porque, de un tiempo a esta parte, vamos, desde que VOX pinta algo en el panorama político, noto en la línea general del periódico una animadversión hacia esa formación política que está lejos de los parámetros mínimos que debe cumplir una crítica fundamentada en la realidad política; sin ton ni son y sin encomendarse a Dios ni al diablo, los editoriales, las informaciones y las columnas de opinión sobre este partido son, por decirlo suavemente, de aurora boreal; las descalificaciones contra VOX que más se repiten en este periódico llevan los siguientes nombres: fascistas, extrema derecha, populistas, reaccionarios, indocumentados, antieuropeos… De los análisis sesudos sobre VOX para qué hablar, bastaría leer el último de la señora Elisa de la Nuez, "La deriva de nuestras democracias", que forma parte del Consejo Asesor de El Mundo y es asesora de Cs, para saber que será difícil superar los prejuicios, tabúes y, en fin, toda una ideología montada contra VOX.

Quizá El Mundo tenga mil motivaciones, o sea, mil impulsos irracionales, e incluso intereses económicos legítimos, para mantener este nivel de violencia verbal contra el partido liderado por Santiago Abascal, pero una crítica tan desaforada y descontextualizada, lejos de tener los efectos deseados, puede volverse en su contra. No es creíble. Por ejemplo, poca gente, salvo los indocumentados o individuos con mala fe y sin intención de ilustrar a sus seguidores, se atrevería a situar a VOX entre los partidos anticonstitucionalistas, pero El Mundo o, al menos, gente que escribe regularmente en El Mundo, lo hace con todo desparpajo. Los últimos ejemplos de este proceder desquiciado los leí en un ejemplar del martes de esta semana. Había varios para comentar, pero elijo el firmado por Tadeu, imagino que será un pseudónimo, porque no requiere comentario alguno; mantiene el citado señor que si queremos entender lo que pasa en España, perdón por resumir su interpretación de las encuestas electorales, tenemos que "mapear el espectro con un bloque constitucionalista (PP, UPN, CC, Cs y PSOE) frente a otro anticonstitucionalista (de derecha a izquierda: VOX, PDeCAT, PNV, ERC, Unidos Podemos, CUP y Bildu)". Terrible comparación. Situar al partido de Ortega Lara, una víctima del terrorismo, al lado de sus verdugos no es de recibo. Produce vergüenza ajena.

En todo caso, este periódico todavía no ha conseguido quitarme la sonrisa, pero a veces me hace enarcar las cejas, sobre todo cuando leo algunas columnas de los muchachotes que han llegado de El País para acrecentar su acerbo intelectual, pues que aparentan tanta listeza que, al final, tenemos que decir que son un remedo, una vulgar copia, de lo que en otros países fue aclamado hace cien años. Llegan tarde y sin originalidad alguna. En eso, precisamente, coinciden algunos de los antiguos y los nuevos colaboradores de El Mundo a la hora de analizar qué sentido tiene VOX en una España casi muerta.

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