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Agapito Maestre

'Espanya gran y Catalunya endins'

Nos queda Ciudadanos. Su destino es el de Cataluña: una sociedad plural 'dentro' o integrada como una comunidad autónoma en España y Europa.

Nos queda Ciudadanos. Su destino es el de Cataluña: una sociedad plural 'dentro' o integrada como una comunidad autónoma en España y Europa.
EFE

Ignacio Zuloaga no sólo pintó la "España negra", sino que pintó todo y lo pintó bien. De modo extraordinario pintó a uno de los políticos más inteligentes y cultos que ha dado España: Francesc Cambó. Tengo ante mí una magnífica reproducción de uno de los retratos al óleo que el prolífico pintor y torero –actúo en no menos de 17 festejos taurinos– vasco dedicó al político catalán. Elegantemente vestido, sobresale la mirada penetrante de Cambó, que aparece sentado al lado de su mesa de trabajo. Es el escritorio de un extraordinario coleccionista de arte. Tiene como fondo un cuadro de El Greco y en la parte superior izquierda cuelga un cuadro de Francesco del Cossa: Virgen del Niño Jesús y un Ángel. Contemplo este cuadro y no puedo dejar de decirme: después de Cambó, después de un hombre político tan sensible al mundo del arte, a los efectos éticos del arte, su importancia para la cultura y su lugar privilegiado para la formación del carácter, me parece que el catalanismo cultural ha desaparecido y, lo que es peor, el político está en manos de un salvaje que vive en Bruselas.

Sí, seamos honestos y reconozcámoslo, después de Cambó, todo ha sido decadencia, destrucción y perversión en el catalanismo. Sí, digámoslo abiertamente, el Estado, España, acabará antes o después con el esperpento de los sucesores de Pujol, el político más dañino que ha dado esa región en el último siglo. Mató cualquier posibilidad de catarsis o purificación de la ideología nacionalista a través de la política. Arruinó la vía democrática del catalanismo político, que, insisto, es el único que existe, porque el catalanismo cultural es un desierto: ¿dónde están los grandes creadores literarios en catalán?, ¿dónde están los grandes poetas de hoy que hayan continuado o superado a los de ayer?, ¿dónde buscar a un prosista en catalán a la altura de Josep Pla?, ¿cuáles son hoy los grandes libros en catalán que se venden en las librerías de España? Nada. Domina la literatura secundaria y burocrática.

Menos mal que aún está vivo Pedro Gimferrer, y cualquier día nos asombra con la publicación de un poemario en catalán continuador del que escribió en castellano, allá por el lejano 1967, titulado Arde el mar y que obtuvo el premio nacional José Antonio Primo de Rivera, o quizá publique otra novela tan grandiosa como su Fortuny, esa prodigiosa obra de arte de un catalán en Venecia. Sí, amigos, no descarto que cualquier día aparezca una gran obra en catalán, pero lo cierto es que la mayoría de lo que se publica en catalán es secundario o burocrático. El catalanismo cultural está muerto. Nadie es capaz de recordar los versos de Salvador Espriu delante del truchimán huido en Bruselas:

De vegades és necessari i forçós
que un home mori per un poble,
però mai no ha de morir tot un poble
per un home sol:
recorda sempre aixó, Sepharad.

¿Qué solución tiene entonces Cataluña? Solo hay una. Cambó la vio con claridad meridiana en 1917: "Españolizar el catalanismo". Pero, por favor, nadie se engañe con las palabras. Eso no se consigue con el diseño de un proyecto utópico o un cambalache entre dirigentes políticos de diferentes partidos, sino empezando por reconocer la realidad política y reforzarla con lo que ella contiene de emancipación. El 21-D solo un hubo un partido ganador. Es menester consolidar intelectual, espiritual y políticamente al partido que, en cierta forma, sigue la solución Cambó. Le ganó a los separatistas y se llama Ciudadanos. Españolizar el catalanismo es ya una realidad. Pragmatismo, respeto a la Constitución y conllevancia democrática. Necesitamos, otra vez, una Espanya gran. Es el designio político de Cataluña que asume con inteligencia y humildad Ciudadanos. No hay otro camino mejor para regenerar toda la vida política española, porque ahora, como en el pasado, Cataluña no es el problema sino solo un síntoma, ciertamente grave, de nuestra ruina política española.

Hay, pues, salida. Nos queda Ciudadanos. Su destino es el de Cataluña: una sociedad plural dentro o integrada como una comunidad autónoma en España y Europa.

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