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Amando de Miguel

El sufragio proletario y otras disputas

La verdad es que no se comprende cómo es que los españoles tenemos que pagar más impuestos para proporcionar más dinero a los bancos o cajas que han quebrado.

 

Debo decir de antemano que mi relación con Jesús Lainz es de admiración por mi parte. Ambos somos unos frikis del lenguaje, españoles a machamartillo y gozadores de la vida cotidiana que nos rodea. Sin embargo, a veces discutimos hasta el agotamiento. Este es un caso. Adelantaba yo aquí mi humilde propuesta de un cambio en la ley electoral para conseguir plenamente el viejo ideal del sufragio universal. Se trataba de que realmente todos los ciudadanos tuvieran derecho a voto. Los menores lo tendrían a través de sus padres o tutores. Es decir, el padre o la madre votarían individualmente, pero añadirían el voto de los menores a su cargo. Mi argumento es muy elemental. Si las leyes y los Gobiernos van a condicionar la vida de los años siguientes, lo lógico es que los menores también voten de la manera que digo. Comprendo que es una novedad radical, como lo fue en su día el voto a todos los varones (no solo a los ricos o los propietarios) o el voto a las mujeres. De momento siguen excluidos los menores. No parece que el sufragio sea plenamente universal.

Hasta aquí mi posición. Buena la hice. El de Santander dictamina que mi propuesta sería "otra vuelta de tuerca hacia el caos". La tilda de una especie de sufragio censitario disfrazado, o más bien "sufragio proletario" (porque depende de la prole). Se plantea que, por la misma razón que yo aduzco, se podría dar más peso al voto de los sabios, los honrados o los inteligentes. Eso sería absurdo en su opinión (y también en la mía). El cálculo de don Jesús es que mi propuesta haría "aumentar los casos de divorcio". La razón es que no sería fácil el acuerdo de los padres sobre la forma de repartir los votos de los hijos menores. La verdad es que la crítica del montañés es dura y convincente. La prueba es que no encuentro muchos argumentos para redargüir. Pido ayuda a los libertarios para dilucidar la cuestión. Si no me llegan razones, tendré que rectificar; lo cual siempre es un trago. Si no rectifico, don Jesús me va a dar la vara hasta el día del Juicio.

No es la única apasionada polémica con la que me regalan los libertarios. Ante la batallona cuestión de la pesca en aguas de Algeciras próximas a Gibraltar, Luis Cáceres es terminante. Su idea es que Gibraltar no es más que una base militar sin mar territorial propio. Eso se deriva del Tratado de Utrech. Tal como se plantea ahora la cuestión "solo pueden ganar los ingleses. Si consiguen que los pescadores españoles no pesquen, queda claro que el mar (circundante) es británico y dominado por ellos. Y si ceden y permiten que pesquen, queda claro que el mar es británico y dominado por ellos, ya que son ellos los que consienten la pesca en su territorio". La aporía es perfecta, digna de Sócrates. Para don Luis la solución "debe venir de hacerles difícil a los británicos el mantenimiento del Peñón". Por ejemplo, se puede negociar 30 años de base militar británica, seguidos de otros 20 de base conjunta. Añado que en este momento la base militar ya no es rentable para el Reino Unido. Por eso mismo Gibraltar se ha transformado en un paraíso fiscal. Ese es el punto flaco por donde se puede atacar. Está el otro argumento de que ninguna parte del territorio europeo puede seguir teniendo el estatuto de colonia.

Como puede verse, las opiniones de los libertarios son en verdad aguerridas. Añado una más, la de Juan Díaz López-Canti. Adelanto solo su conclusión sobre el problema financiero que nos aqueja: "Los Gobiernos han tapado el agujero financiero creado por la estupidez de los bancos con los impuestos de los ciudadanos inocentes". La verdad es que no se comprende cómo es que los españoles tenemos que pagar más impuestos para proporcionar más dinero a los bancos o cajas que han quebrado. Además, han quebrado no por causas fortuitas sino por incompetencia o codicia de los consejeros o directivos nombrados por razones políticas. La prueba es que no ha habido quiebras donde esa presión política ha sido menor. Una cosa ha quedado fuera de toda discusión: España no tiene el mejor sistema financiero del mundo. La afirmación contraria la enunció en su día Zapatero. Ahora es consejero vitalicio del Consejo de Estado. Sus dictámenes nos suliveyan.

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