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Amando de Miguel

Eutrapelia con hielo granizado

Los chistes étnicos se basan en estereotipos nacionales, apoyados por lo general en el uso ambiguo de algunas palabras o expresiones. Ante esa manifestación del ingenio popular cabe el sano regocijo o la afectada indignación.

La esencia del lenguaje humorístico está en el doble sentido de las palabras y de las frases. Bienvenida sea la ambivalencia o la polisemia. Vicente Úbeda me transmite un buen ejemplo. Es el de los dos amigos que salen de un bar después de generosas libaciones. Uno le dice al otro: "Oye, voy a decirte algo que hace tiempo que me inquieta, y es que me parece que tu mujer nos engaña".

Otro ejemplo de polisemia. La envía León Zaldis Mandel (Israel). Es el examen oral de Anatomía. Le pregunta: "¿Cómo se llama el lugar donde se juntas nervios y vasos sanguíneos?". La alumna se siente azorada, no sabe qué decir y se dispone a abandonar el tribunal. Uno de los catedráticos sugiere: ¿Pá qué te vas, culo nervioso?". La alumna protesta indignada, pero el catedrático le estaba sugiriendo la respuesta correcta: "Paquete vásculo-nervioso".

Los chistes étnicos se basan en estereotipos nacionales, apoyados por lo general en el uso ambiguo de algunas palabras o expresiones. Ante esa manifestación del ingenio popular cabe el sano regocijo o la afectada indignación, sobre todo cuando el estereotipo se aplica al colectivo de uno mismo.

Paso a transcribir el chiste étnico que me envía Gustavo C. Carrasco a propósito del estereotipo de tacaños que tienen los catalanes. Se puede reproducir en los judíos o los escoceses. Seguramente es una manifestación de la envidia que generan algunos pueblos industriosos. Pero vamos a cuentas o a cuento: "A principios del pasado siglo había en Sabadell un individuo que con su avioneta se ganaba la vida dando vueltas a sus clientes por los alrededores de Barcelona. Un día, cuando ya no confiaba en recibir a nadie, se presentó en el aeródromo una pareja con un niño de unos diez años. A sus preguntas el piloto les informó que sobrevolarían el Maresme, Montserrat e incluso llegarían a Sitges y que el precio era de 500 pesetas. El marido se asustó ante lo elevado de la cifra, pero su mujer intentó persuadirle: 'Un día es un día, Jordi, además, a ti te hace mucha ilusión', le dijo. Pero aquél no se dejaba convencer, 500 pts. era mucho dinero para la época. Así que el piloto, al ver que iba a perder a los únicos clientes de ese día, les propuso: 'Miren, si ustedes no abren la boca en todo el viaje, no les cobraré nada'. La oferta fue definitiva. Y subieron a la avioneta, que era una de aquellas que dejaba el torso de los pasajeros fuera. El piloto hizo todos los picados, tirabuzones, etc. que se le ocurrieron y los pasajeros ni mu. Cuando aterrizaron, les dijo: 'Estoy sorprendidísimo, en la vida había hecho tantas barbaridades pilotando y ustedes no han abierto la boca'. Y Montse le contestó:'¡Pues no crea, que cuando se ha caído el niño, hemos estado a punto de gritar...!'".

Javier Vicuña Ruiz (San Sebastián, Guipúzcoa) me envía la correspondiente versión sobre el estereotipo de tacaños que tienen los escoceses, además de dipsómanos: "A un escocés le regalaron una botellita de buen whiski, de esas planas, y se la metió en el bolsillo del pantalón. Al cruzar una calle, un coche lo atropelló, afortunadamente sin graves consecuencias. Nuestro hombre, se levantó, se sacudió el polvo y echó a andar. De pronto, notó que un líquido le corría por la pierna y elevando los ojos al cielo dijo: Señor, que sea sangre".

José R. Perdigón (Greenhills, San Juan del Monte, Filipinas) rescata para las antologías este párrafo del inolvidable Jaime Campmany: "Manuel Azaña mantenía muy discretamente y dentro del ámbito privado sus amores con Cipriano Rivas Cherif, y hasta se casó con su hermana para disimularlos. Pero le nombró Jefe de Protocolo. Gracias a Marino Gómez Santos sé que en algún periódico, por errata o por malevolencia, apareció que lo había nombrado Jefe de Protoculo. Pérez de Ayala lo contó a Marañón, y Marañón comentó: 'A veces, el camino más corto para llegar a un cargo es el recto'".

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